Aún soy capaz de imaginar y sentir. Aún los sentimientos me llegan de lleno al corazón. Aún cierro las cortinas y bajo las persianas para que no entre tanto el sol a verme. Aún me acuno en la oscuridad y entierro mis tristezas.
Me sigue gustando la lluvia y los días nublados. Pero quizás me gustan porque no son para siempre.
Recuerdo, aquel día, mirar al cielo y tener la sensación de que nada me importaba, que nada me preocupaba. Con el paraguas del revés sentía que mi alma, en cambio, estaba del derecho. Y qué bonita era esa claridad, a pesar del temporal. Y aún con todas las asperezas y dicotomías que tiene la vida... ahí estaba yo, conmigo misma, con mis pensamientos y mis entresijos. Todos juntos y revueltos. Con sus más y con sus menos. Pero por fin me sentía yo, por fin me sentía completa con todas mis yos.
Y nada importa más que eso. ¿Qué tendrán los días nublados?