Mi mente es una cárcel, mis manos la escapatoria y esto su salvación
Escribir es terapéutico. Te ayuda a estar en el presente justo en este momento. Te ayuda a vivirlo sin impaciencia, sin frustración, sin arrepentimiento...
No suelo ser amiga del presente, pero cuando escribo todo cambia. Aunque escriba sobre el futuro o sobre el pasado, él me abraza, me acuna mientras plasmo las palabras. Y hasta ahora, nunca me había dado cuenta.
Tengo que escribir más.
Tengo que pensar más en ti.
Hoy he pensado que quizás el mañana no esté tan mal al fin y al cabo.
Hoy he tenido sueños muy extraños, pero no increíbles.
Hoy he compuesto media canción para alguien.
Hoy he estado leyendo un rato en la ventana.
Hoy será otro día más sin importancia.
Hoy no será más hoy nunca.
Hoy es mi cumpleaños.
Hoy es color cian.
Gracias, pasado, por haberme dado un refugio todos estos años.
Gracias, pasado, por haber hecho de mí la persona que soy hoy.
Gracias, pasado, porque ahora que te has ido me has puesto el mundo al revés.
No sé qué ha pasado, pero no podía vivir sin el pasado y ahora ha desaparecido de mi mente. Ahora no sé afrontar esta vida que cada día va más rápido. Ya no tengo inspiración. Ya no recuerdo casi nada desde que te fuiste. Apareció el amor, despertó el futuro. Y ahora, tú eres el que está dormido y no sé cómo encontrarte. A veces te echo de menos pero sé que ahora tengo que domar al futuro, al igual que hice contigo. Espero que no sea tan testarudo como tú.
