Mi mente es una cárcel, mis manos la escapatoria y esto su salvación
Lo he borrado y lo he vuelto a escribir mil veces. Porque te quiero escribir, pero no me sale. Sólo me viene a la mente la oscuridad que me rodea, el saber que estás ahí sin estar, junto con el silencio que permanece entre nosotros que me relaja y me inquieta a partes iguales. Quería escribirte algo bonito, pero no me sale. Sólo me recorren las manos palabras tristes, y mis ojos esperan pacientes para soltar las lágrimas reprimidas.
Estoy escuchando cómo se gritan desde la otra habitación. Se besaron justo antes de abandonarse. Entonces, ¿cómo quieres que mi corazón comprenda lo que es el amor? He crecido y sigo sin desaprender que el amor no es de verdad si no duele.
“Son cosas que pasan”, decían. A nadie parecía importarle por aquel entonces; todos miraban y no hacían nada por evitar el desastre. ¿Es mi culpa que el existir me cueste tanto?
Me convertí en un ciervo buscando al cazador. No muerdo la mano que me da de comer, pero beso la mano que me mata de hambre.
Yo ya lo sabía, muy dentro de mí, aunque no fuera consciente de nada. ¿Cómo he podido acabar así? ¿Cómo me he convertido en lo que soy?
Soy un monstruo que tiene miedo de todo, que vive en una cárcel y ha perdido la cuenta de todas las corazas que tiene. Soy un monstruo que tiene miedo de sí mismo y de los demás, que no sabe si quiere que lo salven, porque morir parece mucho más fácil que hacer el esfuerzo.
Tengo miedo de mirarme al espejo y ver estos ojos sabiendo lo distinta que soy al resto. Pensé que era especial, pero soy todo lo opuesto. Soy una auténtica villana.
El staff organiza la puesta en escena, y el resto de la crew me va diciendo lo que tengo que hacer. Yo respiro hondo, me preparo. Me susurran o, a veces, me gritan lo que tengo que decir, cómo debo mostrarme ante el público. Yo actúo, obediente. Porque no sé hacerlo de otra manera.
No siento nada de lo que hago; solo intento marcarme la interpretación de mi vida. No puede fallar el espectáculo. No puedo saltarme el guión. ¿Qué pensarán los espectadores, si no? ¿De mí, de todo mi backstage...? Nada puede salir mal. No puedo equivocarme. No me permito sentir; solo sé fingir.
Ellos me enseñaron a representar la función.
Sin embargo, yo ya me quiero ir de aquí, aunque sentir sea más doloroso que estar bajo estas luces, que me están dejando ciega en la obra de mi vida.
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| Mi mente es como un backstage |
