Me he vuelto a levantar, esta vez sobre mis dos pies. No me duele la rodilla y parece que voy bailando a través de la semana. Ya se fueron las tormentas, los días soleados perduran y caminar bajo el cielo azul se ha convertido en una novedosa rutina. He estado comiendo sano, haciendo ejercicio, incluso me he tumbado en el césped a leer un libro. Estoy dejando atrás mis antiguos patrones tóxicos y me aferro esperanzada a convertirme en alguien con quien pueda convivir en paz en mi cabeza.
Siento que poco a poco estoy subiendo de nivel, sana y salva. Pero noto un siniestro presentimiento arrastrándose dentro de mí; mi apatía regresará tarde o temprano, seré yo otra vez, con todos mis vicios girando como un vinilo en modo repetición.
Oh no...
Pero si he dejado de estar rota, ¿seguirás encontrándome interesante? Si me construí con tristeza, ¿necesito entonces mi corazón roto de vuelta? Si ya no me estoy muriendo por dentro, ¿quién se va a creer esta sonrisa en mi cara después de todo? ¿Y si la locura es la que hace las canciones, la que crea el arte e inspira en lo más profundo? Entonces, si ya no estoy rota, ¿qué voy a hacer ahora? Necesito mi corazón roto de vuelta.