Decían. Ahora ya no me convencen. Nunca voy a poder expresar con palabras el daño que me haces y el por qué. No sé explicar tu indiferencia, no sé explicar tus cambios en la forma de pensar, no sé explicar tus idas y venidas ni tus recónditos misterios.
Creo que podría averiguarte sin conocerte. Pero es difícil afirmar. Nada me convence, ni lo bueno ni lo malo. A estas alturas deberíamos estar cruzando el Mar Angosto, pero el verano se acabó.
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