No sé exactamente cuál fue la razón por la cual mi razón de ser se extinguió. Pasó al igual que una llama en medio de una tormenta que poco a poco se va apagando y que, al final, lo único que queda se reduce a madera negruzca y cenizas.
Se me hace difícil describir lo que siento porque hace mucho que no lo hago. Cuanto más me esfuerzo más se aferran mis sentimientos a mi cabeza para no escapar. No logro comprender por qué no quieren salir, el por qué llevan tanto tiempo dormidos. Quizás, sea lo mejor así. Todo pasa por algo. Pero si es cierto que cualquier cosa del destino me ha hecho volver a abrir este blog. Puede que sea el momento de volver.
Lo que no sabré antes de que me ponga a escribir es qué saldrá de mí. Seguramente lo que me da miedo es descubrirlo.
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