Buenas noches viajero del tiempo

Buenas noches viajero del tiempo.
Bienvenido a mi mundo, es oscuro, pero se está bien...


domingo, 30 de enero de 2011

A kilómetros de distancia

Estábamos hablando de ningún tema en particular, dejándonos llevar por las palabras. Sin mirarnos a los ojos, pendientes de otra cosa y sonriendo. Así estábamos al caer la tarde.
Intentaba no pensar en mi última historia, y echaba un vistazo de vez en cuando para ver si sus ojos se fijaban en mí. Mi mundo quedaba en otra parte, a kilómetros de distancia, donde no podrían encontrarme. Yo sonreía para mis adentros y a veces me sentía feliz, como si nada nunca hubiera pasado.
Mi corazón echa una carrera a mis sentimientos, late más rápido para que puedan oírle en el mundo de verdad. Para sentirse querido cuando más lo necesita...

viernes, 28 de enero de 2011

Incógnitas irresolubles

Se me pasaba el tiempo. Se me escapaba por los resquicios de mi mente, haciendo que divagara sobre los límites de mi lúgubre pensamiento mientras sostenía la mirada en un punto fijo del techo de mi habitación. Se me pasaba el tiempo y sin saber qué hacer, mantenía la mente en blanco sin ser consciente de ello. Tal vez en ese estado de trance, pude olvidarme un poco de la realidad y trasladarme a donde mi memoria quisiese llevarme. Sin justificarse, me llevó unos tres años atrás, mezclando imágenes y haciéndome recordar cosas que ni si quiera habría imaginado, donde yo, por aquel entonces, no tenía las cosas tan claras. Miles de vídeos difusos pasaron por mi cabeza sin avisar. Yo los vi uno a uno sin rechistar, tampoco quería salir de ese extraño sueño, pero una parte de mí sabía que estaba despierta.
Mi corazón comenzó a acelerarse cada vez que algo me sorprendía, o cuando salían cosas increíbles, o esos sueños imposibles del pasado… Entonces la imagen borrosa desaparecía, se disolvía delante de mis ojos y se guardaba en algún rincón escondido en los que se guardan los recuerdos inolvidables. Mi corazón volvía al monótono ritmo del reposo. Y otra imagen, esta vez más clara, más definida. Estaba llegando sin duda al auge de mi pensamiento, al mismo corazón de los recuerdos de hacía ya tres años…
Todas mis reflexiones se esfumaron de un modo efímero, casi imperceptible. Volví a ver entonces el techo de mi habitación. Estaba totalmente blanco e iluminado por la luz que brillaba tenuemente sobre el escritorio. Un ruido conocido me había despertado de repente y me había arrastrado completamente de nuevo a la realidad. El timbre de la casa sonó de nuevo. Recordé que estaba sola por eso me levanté de un salto. Fui sin ganas, mientras arrastraba los pies, hasta el recibidor y me detuve delante de la puerta, vacilante. No esperaba ninguna visita y no iba a malgastar mi tiempo con cualquiera. Además mis vacaciones habían empezado el día anterior, necesitaba al menos un poco de calma y meditación antes de volver a pasarme el día pegada a mis queridos amigos, los libros. Estudiar era algo tan natural en mí como comer, pero en las vacaciones, simplemente, hacía un ayuno transitorio.
Abrí la puerta lentamente, dejando que la corriente de aire entrara zigzagueando, ligero y sutil, provocándome un escalofrío en el interior de la piel. Mis ojos, pronto se acostumbraron a la semioscuridad que reinaba en la entrada, y se posaron sobre aquellos ojos color castaño miel, que me miraban cautelosos. Mi corazón se aceleró, mientras esos dos ojos observaban los míos, que no estaban plagados de miedo, sino llenos de curiosidad. El extraño aroma de ese chico que estaba en la puerta de mi casa, que probablemente tendría unos 19 años, me resultaba familiar, una esencia del pasado tan cercana, pero a la vez tan distante… Esa mirada tan característica que poseía no parecía ser solo suya. Dos sentimientos se complementaban formando uno sólo. Dos formas de mirar, unidas. Una mezcla de ambos que hacía sentirme confusa. Su pelo era castaño, al igual que sus ojos. Su estatura, igual que la mía, o quizás un poco más alto. Su voz…
-¿¡Ale!?
Era dulce y a la vez divertida y locuaz, pero también algo tímida y reservada. Y su forma de vestir…me resultaba todo su ser tan familiar, tan recordado y a la vez olvidado.
 ¿Pero, maldita sea, quién era él?
¿Quién eres?

domingo, 9 de enero de 2011

Miradas de extraños y extrañas miradas

Aquella noche fue la vez. Estabamos sentados en una orilla viendo a los demás pasar, pensando que la vida es mejor en compañía. Pero como yo tampoco dije nada aquella noche estrellada, fui yo la que se estrelló contra la realidad. Y me di cuenta que justo ese momento fue la vez que más cerca estuve de demostrar mis sentimientos y mezclarnos bien por dentro, aquella noche fue la vez.
Estabamos sentados en las escaleras, viendo a los demás pasar, pensando que la vida seguía siendo mejor en compañía. Pero como yo tampoco dije nada aquella noche oscura, me pensé que estaba ciega de amor. Hice una pregunta y nadie contestó. El silencio se apoderó de la calle. Ya no había extraños pasando por nuestras miradas. Los que nos mirábamos ahora éramos nosotros. Y me di cuenta que juesto ese momento fue la vez que más cerca estuvimos de enredarnos en un beso y mezclarnos bien por dentro, aquella noche fue la vez.
Las sonrisas fueron cómplices de nuestros pensamientos.
Y nuestras extrañas miradas se fundieron en sexaciones incontroladas.

Aquella noche fue la vez.
Entonces me quedé sola, otra vez, aquella noche...

miércoles, 5 de enero de 2011

Polvo de hada

Esa noche no dormí especialmente bien. Estaba muy nerviosa. Dentro de tan solo unas horas, iba a ser mi cumpleaños.
Cuando amaneció a las 7 y media mis ojos ya estaban abiertos y mi cuello muy resentido. Toda la noche habia estado dando vueltas para intentar dormirme, sin éxito. Me incorporé un poco y miré alrededor. Nada había cambiado y tampoco me sentí diferente. Intente por todos los medios hacerme creer a mi misma que yo sí que había cambiado, que era un poco más mayor que antes, que no era yo sino alguien distinto...
Mi mente divagaba buscando respuestas hasta que al final, pude darme cuenta que algo si había cambiado. Mi almohada. Mi almohada estaba más dura de lo normal. Me incliné un poco para ver que había debajo y la levante suavemente. Encontré un pequeño frasco de cristal, tapado a presión por un pequeño tapón de corcho y una nota atada a él, en el que ponía con letras doradas y perfectas: Feliz cumpleaños.
Me sobresalté. ¿Quién habría dejado esto debajo de mi almohada por la noche? y ¿porqué?
Lo que más me llamó la atención fue que el frasquito llevaba en su interior una especie de polvos dorados, plateados, y de tonos azules y anaranjados que brillaban al otro lado del cristal, formando reflejos preciosos. La habitación semioscura se iluminó por un montón de colores brillantes. Había una etiqueta en el frasco, escrita con letra dorada también en el que había escrito: Polvo de hada.
¿Que iba a hacer yo con polvo de hada?
Me puse a pensar... Podría utilizarlo para volar. Después lo pensé mejor: me daban miedo las alturas.
Entonces en ese momento me asomé por la ventana y miré al cielo. Su color azul claro estaba más solitario que nunca y algo se me ocurrió entonces para que no se sintiera solo.

Fui al campo buscando la flor que fabrica el algodón. Hablé con las flores y se propusieron ayudarme. Conseguí todo el algodón del mundo. Lo dividí en partes y a continuación abrí el frasco que contenía el polvo de hadas. Lo esparcí sobre el algodón y éstos empezaron a subir hasta el cielo.
El algodón blanco volador era tan bello en el cielo que se merecía un nombre. Lo llamé nube.
Las nubes es lo más precioso que existe.
Ahora el cielo ya no se sentirá solo nunca más.

Lo mejor de un cumpleaños es ayudar a los demás



S(LLLLL)T