La espera

Estoy esperando.

Te estoy esperando y tengo la esperanza de que vengas. 

La espera es dolorosa, pero con paciencia, voy a esperar. 

Voy a seguir adelante, audaz y confiada, dando cada paso casi sin pensar. 

Voy a caminar mientras espero, incluso quizás me ponga a correr, pero no desfalleceré. 

Aunque no es fácil, estoy esperando. 

Es complicado y, sin embargo, voy a esperar.

Estoy esperando.

Puesta de sol

 Tranqui, dame un momento, que ahora se me pasa.

Soy de extrañar

 

Estoy hecha de algo extraño. Ese algo, extraña lo que un día fue. He caminado durante días por calles que ya conocía. Esta vez, me he dejado embriagar por todas esas emociones interminables, incluso por los sentimientos más insignificantes. ¿Qué pensarías si te digo que no lo echo de menos? Sólo echo de menos lo que me hacían sentir... ¿sabes lo que quiero decir?

Toda la noche estuve imaginando que soy parte de algo, que soy una persona totalmente diferente ahora. Tú también habrás cambiado. Un sueño increíble que nunca ocurrió, una idea que vino de toda una noche de un día que no pude afrontar.

Debo encontrar la manera de descubrir la verdad, pero ser adulto le ha añadido bastante complejidad. Extraño las tardes en La Paloma, incluso las noches en El Green, las fotos que me hiciste aquel día, los aviones que no sabemos a dónde van, los poemas en el coche. Pero no lo echo de menos, extraño lo que me hacían sentir.

Y el día llegó

Suenan unos fuegos artificiales lejos de aquí, deben de ser preciosos. Pero no me quiero levantar de la cama para verlos porque no quiero ver mis lágrimas reflejadas en el cristal de la ventana. No quiero que sepas que estoy llorando, así que me haré la dormida por si acaso vienes a darme las buenas noches. Esperaré, paciente, tapada hasta las orejas a que llegue mañana. 

Tengo frío sin ti, se me escapa como siempre el tiempo entre los dedos y no se me quita este nudo en el estómago. Porque pienso en ti, y no quiero. Sé que no vas a venir a verme, que vas y vienes, que me miras sólo a veces. Y también sé, que el quererte sólo para mí es inadmisible.

Las mariposas

A veces me acuerdo de las mariposas. Recuerdo cómo, un día, las dejé ir para siempre. 

Siento que el final está por llegar, me acecha silencioso, esperando su turno. Simplemente te alcanza un día cualquiera. Y, la verdad, pienso que podría detenerse un instante, sólo un momento, para dejarme descansar. Tampoco sé si el tiempo me entenderá, si tendrá piedad de mí. No seré la primera a la que haya rechazado. 

Sonreí, porque no me quedaba otra. Me devolvió la sonrisa, traviesa y sagaz. Mi mirada cómplice se posó en las agujas del reloj, que, irónicamente, empezaron a girar a un ritmo abrumador. Y entonces pensé: tal vez esto, para mí, nunca tenga fin. Pero no puedo pedirle a las mariposas que se queden conmigo para siempre.