Tal vez, algún día reconozca mi relación con el silencio. Lo recuerdo agobiante, asfixiante, ensordecedor... como una bomba a punto de explotar. El tiempo parecía ir muy despacio y mi corazón, demasiado deprisa, y esa combinación me resultaba demoledora, incómoda. El silencio no era ni confidente ni compañero, sino todo lo contrario. Era un arma usada en mi contra que no sabía cuándo iba a dispararme. Esa incertidumbre, mezclada con la soledad, daba miedo, pero no me permitía a mí misma nada más que contemplar el escritorio y esperar a que se acabara. Esperar a que algún sonido viniera a rescatarme.
A veces te recuerdo, y me sigue siendo difícil lidiar contigo.

No hay comentarios:
Publicar un comentario