Vi las hojas otoñales cayendo sobre la calle. Cogí la brisa suave del aire y dejé de sentir el suelo con los pies. Contemplé la ciudad mientras me ruborizaba, ardía llena de cosas maravillosas. Las plumas besaban mi cara y revoloteaban por todas partes. La realidad es un lugar encantador pero no me gustaría vivir allí. No quiero vivir allí.
Con un pincel estrellado, dibujé el anochecer de un color azul veneciano. Nunca imaginarías lo que se ve desde aquí, estas vistas tienen todo el silencio de la tarde. Y cuando las hojas vuelven y sus susurros llenan la noche, se congelarán y quemarán donde el fuego y el hielo chocan.
Si nos disolvemos sin dejar rastro, ¿le importará a el mundo real?
La realidad es un lugar encantador, pero no, no quiero vivir allí. Prefiero mi mundo real.
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