La luna parecía de mentira. Nos miraba sin prestar atención a nuestros pasos. A veces, alguna nube la cubría haciendo aún más oscura la noche y no parecía importarle. Pero a mí me preocupaba; asemejaba que la temperatura bajaba y que las horas pasaban más rápido. Sentía que esa tenue luz nos calentaba un poco en aquella fría noche y, a pesar de todo, no quería que se apagara.
Al final, me llevaste a casa, pero es que no podía conciliar el sueño.
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