Cuando te pregunté que a dónde irían los aviones, lo dije en serio. No fue una pregunta trampa de las mías. No lo planeé, cómo suelo hacer con todo. No estaba organizado, ni tampoco era un plan maestro. No alineé los planetas ni construí este destino. En aquel instante, la pregunta simplemente nació. No imaginé que tendría tanta repercusión... pero al final, sin quererlo, acabamos en la misma habitación.
Pero la estrategia crea la escena para la mejor historia jamás contada. Todo perfectamente diseñado y orquestado, porque soy un genio con una mente privilegiada. Nada es accidental. Yo soy el viento que mueve las velas, la mano que coloca las piezas del dominó. Soy así de críptica, calculadora y maquiavélica, porque me importa.
Porque quiero que todo salga bien. Tal y como lo imaginé.





