Estoy perdida de nuevo, en el mismo punto, en el mismo andén. Y es que da igual lo mucho que me lo repita; no consigo montarme en ese tren. Ha pasado muchas veces por delante, pero aquí estoy, sentada en la estación con el pelo acariciando mi rostro, mojándose con alguna lagrimilla traicionera. Parece como si no me cansara de esperar. ¿Esperar a qué, exactamente?

No hay comentarios:
Publicar un comentario