Miro a mucha gente. Pero eso no significa que quiera conocerlos. Le miro a él y no sé lo que siento. Tal vez sea sólo curiosidad o tan sólo un poco de interés. No quiero conocerle en realidad porque no me conozco ni a mi misma. A veces pienso que me gustaría contarle todo lo que tengo, lo que pasa por mi cabeza, lo que me preocupa, lo que me atormenta. Y otras, sólo quiero estar a su lado y olvidarme de todo eso. Que nunca lo sepa y que nunca me conozca. Que no se entere de la existencia de mis monstruos y de esos oscuros pensamientos. Pero no quiero que él sea el que los espante, quiero que los acepte porque vienen conmigo.
Me odio a mi misma, pero estoy bien.
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