A veces

 

Siempre estoy buscando una respuesta, aunque te diga que no. Pero de lo que estoy segura es de que la vida va de altibajos, y cada día es una oportunidad para pelear. Siempre andamos luchando, siempre compensando. A veces, cansa. A veces, me rompo y pierdo el control, siento que a nadie le importa porque estamos en el mejor momento de nuestras vidas y estamos dando un buen espectáculo. No voy a llorar porque sé que tengo suerte, un corazón inquieto y un alma preciosa. En realidad, aunque me esté golpeando tan fuerte, no tiene tanta importancia. No me entiendo ni yo, tal vez estoy loca o quizás estoy ciega. Puede que todos nos perdamos, a veces. La soledad se siente cálida últimamente, está cariñosa conmigo. Cada noche, me dispongo a leer para apartar las dudas y la ansiedad desaparece con cada palabra. A veces.

Ale como Alicia

Ella sigue en su país de las maravillas. 

Ella es todos los colores del espectro, ella es como una intensa puesta de sol en un julio interminable. Ella es la obra secreta de Picasso, escondida en algún rincón, esperando a ser descubierta. Ella es como un paraguas amarillo en medio de un mar negro en la ciudad de Nueva York. Ella alumbra la oscuridad de la medianoche, porque brilla como el coral bajo el agua de Nueva Zelanda, desprende destellos como el oro de un Óscar. Sabe cómo borrar el gris de los cielos de abril, creando así una primavera perpetua. Ella suena como una delicada corchea en un concierto de Vivaldi. Ella es la chispa que sorprende, como un rayo de madrugada o como una tormenta de verano. Tiene la fuerza del torrente de un río desbordado y la energía vibrante de una dinamo. A ella le gusta perderse en su propia sonrisa, sentir la libertad de la soledad y subir la música hasta que el mundo desaparece. Ama ir al McDonald's y odia los interludios, esas interminables pausas. Ella se siente una extraña, un enigma. Ella es tan difícil de describir, tan complicada de explicar... Compleja, indefinible, como un universo en expansión. Será imposible abarcarla con palabras, pero basta con mirarla para saber de qué está hecha.

Dejar de pensar

Un matiz de desesperación y una buena bofetada delante del espejo. Leer es lo único que hace que no piense en nada estúpido.

La noche no parecía acabarse nunca. La luna permanecía quieta, expectante. Hubiera jurado que me miraba sólo a mí y a nadie más. Iba caminando a paso ligero, bajo las miles de estrellas que alumbraban las calles oscuras. El viento helado agitaba violentamente mi pelo en su carrera hacia ninguna parte y la música me retumbaba en los oídos. Me reconfortaba escucharla a todo volumen para dejar de pensar. Mis ojos estaban doloridos de tanto llorar, pero el frío conseguía hacerme sentir mejor; sentirme viva.

Cuando me tumbé por fin en la cama, sentí desfallecer. No pensé ni en quitarme el maquillaje que manchaba mis mejillas, sino que me dispuse a no pensar en nada, cerrar muy fuerte los ojos y dormir. 

Lo mejor de esta historia es que a la mañana siguiente estaba perfectamente.

¿Lo peor? Que nadie se dio cuenta de la pena que tenía guardada aquí dentro.

Pensamientos

Me fascina, y a la vez, me aterra no tener ni un sólo pensamiento original. Me sorprende que toda nuestra vida material quepa en un camión. Se acabaron los dichosos 16 largos años de transformación profunda dentro de mí. El universo es inconcebible e inescrutable, y pensar en ello me desespera. Estoy enamorada de lo que veo en los demás y no soy capaz de enamorarme de mí. ¿Quién sería yo sin la melancolía y la nostalgia? Soy muy sensible a las cosas bonitas, a los atardeceres, las sombras, los paisajes, el arte. Esas fotos que me hiciste aquél día. Me gusta más la vida cuando parece sacada de una novela. Si sólo pudiera cumplir mis sueños increíbles, aunque fuera una vez, cantaría y bailaría enseñándote esa ciudad y aquella playa infinita hasta que me conocieras de verdad. Estoy hecha para querer pero no para que me quieran. Mi dolor me arropa por la noches y la música muy alta me mece hasta que me duermo. No puedo evitarlo, allá voy otra vez.

Sueños increíbles

Estábamos burlando a las olas, acompañando al viento. Olía a sal y a libertad. Me gustaba esa sensación. Estaba a tan solo unos metros del agua. Ellos estaban un poco mas arriba en un globo de helio. Yo disfrutaba de mi valentía y del riesgo que corría, pero estaba más segura de mí misma que nunca. No importaba que me cayera de la tabla voladora, el mar amortiguaría mi caída. Y mis amigos estaban allí, para ayudarme. Recuerdo que no podía dejar de mirar al horizonte, desafiante, queriendo llegar a un destino incierto y desconocido. A algún final increíble, vencer al infinito. 

Oía sus gritos y carcajadas encima de mi cabeza. Eso me daba más fuerza para continuar haciendo piruetas encima de la inmensidad del océano. A veces, me acercaba a tocar el agua con los dedos, poniéndome de cuclillas en la tabla y manteniendo el equilibrio todo lo que me permitía la rodilla. Era un momento perfecto que no quería que desapareciera nunca. 

La tabla chocó contra una ola, me desestabilicé y estuve a punto de caer. Subí un poco más y me puse a salvo de la marea. Era divertido. Lo intenté de nuevo, esta vez aún más confiada. Bajé lo suficiente para que el agua tocara la parte de atrás de la tabla, noté como la fuerza de rozamiento disminuía bruscamente la velocidad, pero yo era imparable. Fui dejando una estela de espuma, una serpiente blanca que me seguía y que poco a poco se desvanecía entre el azul marino. Las gotas de agua salada me salpicaban la piel que se me erizaba del frío y de la emoción. Hice unos cuantos giros y eché la vista atrás para contemplar mi obra. Pensé que ellos verían lo bonito que me quedó desde arriba. Sonreí y me volví a elevar hacia el cielo. La vida no podía ser más perfecta en aquel momento.

Simetría

Hace ya unas cuantas semanas me dije a mí misma que escribiría sobre la simetría. La simetría no es algo que me encante. De hecho, nunca me ha gustado. Me llamaba más la atención el arte de lo caótico, lo desordenado, la belleza extraña. Lo peor es que nos han hecho creer que esa geometría organizada y esa matemática exacta, es la perfección. Entonces, la perfección me comenzó a molestar, quizás porque era algo a lo que nunca podría aspirar. Dibujé una línea curva en un intento meticuloso por hacerla recta y la borré, frustrada, convencida de mi torpeza. Cuánto más me esforzaba, más me alejaba de un resultado objetivamente certero. La realidad, es que no había nada de malo en el primer trazo, no era más que un reflejo de mi habilidad enseñándome que cualquier cosa es igual de válida, correcta o hermosa si viene desde un sentimiento real. Me recordó a lo que alguien me dijo una vez: "si no lo haces con pasión, no lo hagas".

Dos inspiraciones y un suspiro

Y sigo esperando en silencio, 
no tengo fuerzas para decir nada. 

Sé que no tengo remedio, 

intento dormir sin estar cansada. 

Esperando, miro a las estrellas. 

Las noches oscuras me dan temor. 

Si no puedo soñar, me cuidan ellas 

con ese centelleante resplandor. 

Ahora camino sin tener rumbo fijo, 

corro sin mirar antes dónde piso. 

Cada paso es un enigma, una pieza 

que no encaja ni tiene sentido.

La realidad me golpea al recordarte, 

se me empañan vidriosos los ojos, 

que contemplan esa puesta de sol 

de extraños colores rojos. 

No sé dónde esconderme, 

dónde nadie me pueda encontrar, 

dónde la vida quiera entenderme, 

y que tenga a alguien por quién despertar.

Volveré

Hay un recuerdo, hay una canción, hay un atardecer dónde el sol siempre brilla por el día y me abrazas cada noche. Hice una promesa que no pude cumplir, y malgasté tu tiempo, pero nunca te mentí. Con mis pies firmes en el suelo y mi cabeza en las nubes, espero encontrar la manera. La manera de encontrar mi camino, de dejar de soñarte despierta y poder volver. Y cuando llegue el momento, volveré. Volveré algún día. Pero antes, me daré por vencida y me rendiré, dejando atrás mis deseos y mis sueños. Volveré entonces, cuando mi corazón se convierta en un cubito de hielo y pondré todo mi empeño para que no vuelva a arder. Volveré por ti y tú volverás conmigo.

Prisionera

Siento el cielo sobre mí como si fuera un tejado infinito, como una cárcel de la que no pretendo escapar, en la que, curiosamente, tengo libertad condicional. Es como ahogarse, y ver cómo todo el mundo respira a tu alrededor. Es como odiarse, y estar en una habitación llena de espejos. Perdón por ser tan complicada, pero es la única forma que conozco y no puedo dejar de ser así.

Hoy encontré algo que escribí hace mucho tiempo. Era casi principios de julio y estaba muy cansada. Hacía sol y recuerdo que me dolía el corazón, como hoy. A lo mejor por eso prefiero los días de lluvia.

Invítame a una nube

Porque a una cerveza ya no quiero. A veces, la realidad se hace demasiado plúmbea y mis pensamientos me invitan a huir. Y, para qué mentir, allí arriba no se está tan mal.

Lo que anhela mi alma

Nunca conseguiré, mientras persiga

lo que anhela mi alma,

lo que mi alma ansía.

Nunca conseguiré, mientras persiga

lo que busca mi alma, 

lo que mi corazón desea.

Esa paz en la que me escondía,

no es más que una ilusión,

un cuento, una fantasía,

un intento de escapar del dolor.

Me pierdo en las noches frías,

y pasan amargos los días,

buscando, incansable,

la calidez en tu voz.

Pero lo que anhela mi alma,

lo que mi alma anhela de vuelta,

quizás, sea yo.