Siento el cielo sobre mí como si fuera un tejado infinito, como una cárcel de la que no pretendo escapar, en la que, curiosamente, tengo libertad condicional. Es como ahogarse, y ver cómo todo el mundo respira a tu alrededor. Es como odiarse, y estar en una habitación llena de espejos. Perdón por ser tan complicada, pero es la única forma que conozco y no puedo dejar de ser así.
Hoy encontré algo que escribí hace mucho tiempo. Era casi principios de julio y estaba muy cansada. Hacía sol y recuerdo que me dolía el corazón, como hoy. A lo mejor por eso prefiero los días de lluvia.

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