Ella es todos los colores del espectro, ella es como una intensa puesta de sol en un julio interminable. Ella es la obra secreta de Picasso, escondida en algún rincón, esperando a ser descubierta. Ella es como un paraguas amarillo en medio de un mar negro en la ciudad de Nueva York. Ella alumbra la oscuridad de la medianoche, porque brilla como el coral bajo el agua de Nueva Zelanda, desprende destellos como el oro de un Óscar. Sabe cómo borrar el gris de los cielos de abril, creando así una primavera perpetua. Ella suena como una delicada corchea en un concierto de Vivaldi. Ella es la chispa que sorprende, como un rayo de madrugada o como una tormenta de verano. Tiene la fuerza del torrente de un río desbordado y la energía vibrante de una dinamo. A ella le gusta perderse en su propia sonrisa, sentir la libertad de la soledad y subir la música hasta que el mundo desaparece. Ama ir al McDonald's y odia los interludios, esas interminables pausas. Ella se siente una extraña, un enigma. Ella es tan difícil de describir, tan complicada de explicar... Compleja, indefinible, como un universo en expansión. Será imposible abarcarla con palabras, pero basta con mirarla para saber de qué está hecha.

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