Si la riada se llevara consigo mis pertenencias, me pregunto qué sería de mí si no me queda nada. Mi locuacidad, el desparpajo de mis palabras, esa espontaneidad, ¿lo seguiría conservando o todo ello se perdería río abajo?
Las excentricidades, la singularidad de mis manías, quizás también desaparecerían con el agua. Mis ideas y todas aquellas sorprendentes suposiciones extrañas, incluyendo todas mis rarezas... ¿se irían o se quedarían conmigo para siempre?

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