Todas las historias que me susurraba, volaron por mi mente
como saetas fugaces. Me gustaron esos finales felices de buenos y malos, los
tesoros, los planetas, las sonrisas, todas esas luces...
A ese mundo genial de las cosas que me dijo no le faltaba amor, ni verdad, ni matices... pues todo en lo que uno cree puede ser cierto.
En realidad él no sabía que yo vivía en esos castillos plagados de dragones, guerreros y príncipes con suerte, de palabras de amor y un gran manejo de la espada. Contemplé su rostro y esos ojos vivaces.
Le dije que un día podríamos ir a la Luna si él quería. Parecía estar emocionado. La fortuna siempre vuelve y podría conseguir unos billetes para que pisara su árida tierra, ver las millones de estrellas que llenan la mente desde allí y conmoverse, al igual que me pasó a mí cuando estuve una vez.
¿Qué pensaremos ambos acerca de la Tierra cuando estemos ahí arriba tan lejos de todo?
A ese mundo genial de las cosas que me dijo no le faltaba amor, ni verdad, ni matices... pues todo en lo que uno cree puede ser cierto.
En realidad él no sabía que yo vivía en esos castillos plagados de dragones, guerreros y príncipes con suerte, de palabras de amor y un gran manejo de la espada. Contemplé su rostro y esos ojos vivaces.
Le dije que un día podríamos ir a la Luna si él quería. Parecía estar emocionado. La fortuna siempre vuelve y podría conseguir unos billetes para que pisara su árida tierra, ver las millones de estrellas que llenan la mente desde allí y conmoverse, al igual que me pasó a mí cuando estuve una vez.
¿Qué pensaremos ambos acerca de la Tierra cuando estemos ahí arriba tan lejos de todo?
De repente se giró hacia mí y por un momento me pareció más
maduro para su edad. Me di cuenta que no quería perderle. Que quería protegerlo
y quedarme a su lado.
- Ya no me puedes perder. Me debes un viaje a la Luna - Me
dijo sonriendo.
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