Los barcos de vela sueñan con ser estrellas y flotar suavemente en el cielo. Desean ser los sueños que se nos escapan y moverse suavemente a través del espacio, navegando a la deriva en la estratosfera y continuar hasta desaparecer entre los astros. Detrás de las brumosas nubes de las montañas hay una bahía de plata donde a menudo se esconden los marineros cuando anochece. Los barcos bucean en el lago, descansan en el muelle, y otros vuelan en el cielo. Me gustaría que me llevaras ahí arriba para tocar las nubes. El mundo se asemeja más brillante desde esa gran altitud y las montañas parecen pequeñas figuras de papel.
Decidí caminar entre los árboles y así llegar hasta el mar, entonces me di cuenta ahí mismo que mis ojos estaban cansados pero ni siquiera le presté atención, no me importaba. Al final, un avión me terminó llevando a la cama para adentrarme en el mundo de los sueños, y cuando me dormí sobre la costa, soñé que me había convertido en un fantasma que navegaba sobre montañas heladas y que vagaba por las profundidades de una fría cueva de piedra, más allá de las olas. ¿Te imaginas conducir un coche para ganar una carrera o pilotar un avión para que vuele hasta el sol? O incluso, ¿llevar una nave a otro planeta en un espacio breve de tiempo mientras juego al ajedrez con la luna?
Una vez, en el año 1999, corrí por la orilla de la playa y, a pesar de que nunca volveré a revivir ese momento, lo conservo en mi mente como si fuera ayer. Aunque me sienta sola entre la multitud, a veces lo recuerdo y no puedo evitar esbozar una sonrisa. Aún contemplo en mi memoria esos barcos de vela a lo largo de ese cielo brillante... Me alegro de que a la Tierra no le importe si voy ahí arriba de vez en cuando, sin alas y sin velas.