Velaris

Puedo leer tu mente. Piensas que estoy viviendo el mejor momento de mi vida, que estoy en un punto brillante y que las luces reflejan estrellas en mi silueta todas las noches.

Pero lo que no sabes es que puedo mostrarte mentiras...

En realidad, soy una niña bastante dura, puedo afrontar mis mierdas pero me dijeron que tenía que fingir hasta que lo consiguiera y lo hice. Que sonriera aunque quisiera morirme. Pero la vida es demasiado corta y me desmoroné por el camino. Todas las piezas de mi corazón estaban esparcidas por el suelo mientras todos me decían "¡¡vamos!!" y yo sonreía como si estuviera ganando, escondiendo mis cicatrices... porque puedo hacerlo incluso con el corazón roto.

Estoy muy deprimida pero actúo como si cada día fuera mi cumpleaños. Lloro mucho pero la verdad es que soy muy productiva, es un arte. Sabes que lo vales cuando incluso puedes hacerlo con el corazón destrozado. Porque soy una desgraciada, ¡y nadie lo sabe siquiera!

Quizás me encuentres en Velaris, la ciudad de las estrellas.

La calavera

 

A veces hay que morir para renacer

Mientras yo me debatía entre seguir viviendo o morir para luego renacer y con todo lo que eso conllevaba, todos dormían plácidamente. Aunque, en realidad, nadie tenía una vida fácil. Otros aceptan mejor que otros sus circunstancias. No significa que ellos sean buenos, yo tampoco soy una santa pero, a pesar de no ser un ángel, no significa que quisiera bajar hasta el mismísimo infierno. Y es ahí dónde la historia comenzó.

Contemplé en medio de la oscuridad de la noche, una calavera formada por una neblina de nubes grises que me indicaba el camino. Me dio una pista sobre las respuestas que siempre quise saber. La miré con recelo. Comprendí entonces que esa fuerza interior mía tan poderosa era tan sólo una ilusión y eso me desesperaba aún más. Me mantuve firme mientras me sostenía la mirada, luchando con aquellos ojos vacíos y fríos y yo, en cambio, le lanzaba una valiente y férvida, pero a la vez, frágil.

Lo que no sabía nadie y lo que sólo yo comprendía, era que en la pelea no había guerreros ni batallón, estaba sola. La lucha era conmigo misma. Y eso era lo que más dolía de todo.

Amigos

 

No creo que me entendáis. ¿Cómo podríais ni siquiera intentarlo? No quiero andar con rodeos pero tampoco quiero esconder lo que siento y seguir alimentando al monstruo que llevo dentro. Tan sólo quiero dejar morir nuestra historia. Y estaré bien.

No podemos ser amigos pero me gustaría al menos fingir que sí. Os aferráis a interpretar bien vuestro papel y yo esperando a volveros a gustar. Esperando ese amor. Ese amor que ya pasó.

Yo y mi verdad nos sentamos en silencio. Pequeña, en realidad, solo estamos tú y yo. Porque no quiero discutir pero tampoco quiero quedarme callada. Me habéis malinterpretado pero al menos parezco estar bien.

Tenéis esa imagen de mí que no me gusta en absoluto. Es alguien que ahora no soy, y siento como si no pudiera hacer nada. Es como si todo esto fuera un sueño. Pero me siento tan sola por la noche... Así que por ahora, tan solo estoy yo. Y quizás es lo que necesito ahora mismo.

Todo es magia

 ¿Alguna vez te has sentido solo? ¿Y alguna vez has deseado ser invisible? ¿Nunca has sentido que las cosas no están bien? ¿Y has notado como que el tiempo pasa demasiado rápido?

Yo también.

Así que escucha y observa tu corazón golpeando fuerte tu pecho sin descanso. Echa la vista arriba y contempla el sol poniéndose. Mira el atardecer. Y busca las estrellas. Cada respiración, cada suspiro es como un poderoso trueno que retumba en todas partes. Todo parece magia. Sólo siéntate y espera. Pero agárrate fuerte, porque prepárate para la mejor y mayor aventura de tu vida. La más veloz montaña rusa. Levanta los brazos y sólo así será tuya. Todo es magia.

¿Alguna vez te has quedado en vela toda la noche? ¿Y alguna vez te has dicho a ti mismo "ni lo intentes"? No vayas a decepcionarte... ¿Alguna vez te has enamorado? ¿Y acaso alguna vez te has arriesgado?

Porque ya sabes que yo también.

Mi particular alteración del pensamiento

 

Invencible guerrero. Eres más fuerte de lo que simulas ser y eso te encanta. Aunque sabes de sobra que saben que eres muy poderoso. Tampoco te esfuerzas mucho en ocultarlo, solo un poco. Con un poco te basta. Un poco, para no sentirte déspota y creerte un poco más humilde. Pero sólo un poco, para que valoren lo que vales, que todos vean esa valía y tu grandeza. Enseñas un poco de lo mucho que escondes. Pero no escondes lo poco que tienes que ocultar. Te gusta tu vida pero a la vez la aborreces. Te encanta comprender aunque te sientas incomprendido. Adoras valorarte y a la vez te fustigas. ¿Qué esperas de la vida, tú, que no sabes ni lo que quieres, ni lo que andas buscando? Piensa. Aunque no demasiado. Imagina. Pero sin exagerar. Inventa. Pero sin mentir. Niega. Asiente. Ríe. Ahora llora.

Nunca te cansas de luchar. Pero, ¿por qué luchas? Y más importante aún... ¿Por quién luchas?

Sandeces y patrañas

 A veces me quejo, me gusta quejarme. Quizás también me gusta regocijarme en mis desgracias para desprenderme un poco de esa cierta responsabilidad para con uno mismo. A veces, o mejor dicho, siempre me gusta encontrar un por qué de todo, el origen, por el mero hecho de sentir esa emoción por descubrir algo por primera vez, por entenderme un poco más. Pero he comprendido algo hace poco. He comprendido que no todo tiene por qué tener un por qué, que a veces el origen no es algo concreto, sino infinitas piezas que una tras otra han construido un engranaje muy complejo de entender. Y que, independientemente de conocerlo y aún con la satisfacción de haberlo encontrado, lo más probable es que no sea de ninguna utilidad. 

¿Qué más da lo que pasó hace diez años, lo que pasó pasó hace veinte y también lo que pasó la semana pasada? No es algo que se pueda cambiar. ¿Para qué me paso el tiempo quitando escombros y auto-compadeciéndome si la vida es para construir?

Dejé de escribir en esa lista porque mientras la escribía me he dado cuenta de que ya no me importa nada de lo que ocurrió, ahora es el momento de centrarme en el ahora y ser mi mejor versión con todo lo que pasó. La mochila pesa menos y siento que ya puedo disfrutar del paisaje...

los días nublados

 

Aún soy capaz de imaginar y sentir. Aún los sentimientos me llegan de lleno al corazón. Aún cierro las cortinas y bajo las persianas para que no entre tanto el sol a verme. Aún me acuno en la oscuridad y entierro mis tristezas.

Me sigue gustando la lluvia y los días nublados. Pero quizás me gustan porque no son para siempre.

Recuerdo, aquel día, mirar al cielo y tener la sensación de que nada me importaba, que nada me preocupaba. Con el paraguas del revés sentía que mi alma, en cambio, estaba del derecho. Y qué bonita era esa claridad, a pesar del temporal. Y aún con todas las asperezas y dicotomías que tiene la vida... ahí estaba yo, conmigo misma, con mis pensamientos y mis entresijos. Todos juntos y revueltos. Con sus más y con sus menos. Pero por fin me sentía yo, por fin me sentía completa con todas mis yos.

Y nada importa más que eso. ¿Qué tendrán los días nublados?

Nunca

 

Resulta que he abierto los ojos al fin. No esperaba encontrar lo que he visto. Ojalá nunca hubiera tenido que hacerlo pero no me quedaba más remedio si quería seguir con mi vida.

Me gustaría poder saborear la soledad y estar tranquila pero no lo consigo. Qué difícil es estar con uno mismo sin juzgar, sin pensar. A veces me gustaría sólo estar y nada más.