Pero ahí estaba yo. En mi país de las maravillas. Sonaban unos fuegos artifiales lejos de allí, debían de ser preciosos. Pero no me quise levantar de la cama para verlos. Por que no quería ver mis lágrimas reflejadas en el cristal. No quería que supieras que estaba llorando, (por si acaso venías a darme las buenas noches y a arroparme), prefería hacerme la dormida, echa un ovillo, tapada hasta las orejas, esperando paciente en el mundo de los sueños a que llegase mañana. Tenía frío. Se me escapaba el tiempo y no se me quitaba el nudo en el estómago, ni ese insistente mareo. Yo seguía pensando en tí. Porque, sinceramente, te quiero sólo para mí, pero suena algo egoísta por eso no te lo digo nunca.
Lo único que hago es escribir cosas sin sentido, pensar en tí por las noches y soñar con besos extraños. Esos que soy experta en darlos.
No sé, el alcohol me hace dudar ultimamente de lo que hago. Si tal vez, vinierais un momento y juntos hiciéramos memoria, tal vez me ayudaría a saber qué hicimos anoche.
No me gustaría recordarlo. ME GUSTARÍA VIVIRLO OTRA VEZ.
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