A veces no entiendo porqué hago las cosas que hago. Sé que
unas veces me guía mi instinto, otras mi personalidad, pero algunas veces no sé
ni el cómo ni el porqué he actuado de determinada manera.
Si echamos otra vista atrás, podemos comprobar que todos los
recuerdos, y los recuerdos esenciales que he ido acumulando a lo largo de los
años han ido formando mi personalidad, y esa personalidad ha ido cambiando casi
de manera imperceptible.
Cuando algo ocurre, mis emociones pasan a la acción. Los
recuerdos se guardan en mi personalidad, y los pensamientos van y vienen a la
velocidad de la luz en trenes que sólo paran cuando estoy dormida para dejar
paso al subconsciente y… ¡a soñar! Soñando se ordenan pensamientos, para que al
día siguiente puedan seguir viajando a sus anchas de manera adecuada. Esto es
lo que me hace ser yo.
Muchas veces parece que todo se tambalea. Intento indagar
aún más en el porqué de las cosas, pero poco a poco ya lo voy viendo claro.
Cada sonrisa que te dedico, cada mirada tímida, cada lágrima
derramada, cada pensamiento inocente y cada signo de ansiedad tiene un porqué.
Saber controlar esas emociones es la clave. Lo estoy consiguiendo.
SLT.
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