Mentiras, todo lo que escucho son mentiras. ¿Alguna vez has dicho en tu vida algo que sea verdad?
Engañada, siempre he sido engañada. Siempre estoy tomando consejos de personas que dicen ser mis amigos.
Nunca debería haber puesto mis ojos en ti. Ahora estoy enredada, ¿qué puedo hacer?
Inténtalo, ahora sólo tienes que probar de no cometer los mismos errores dos veces.
Verdad, todo lo que necesito es verdad. Dejarme de lado es lo último que esperaba de ti...
Oh, nunca debería haber puesto mis ojos en ti.
Me has puesto la trampa perfecta.
¿Qué puedo hacer?
Buenas noches viajero del tiempo
Buenas noches viajero del tiempo.
Bienvenido a mi mundo, es oscuro, pero se está bien...
Bienvenido a mi mundo, es oscuro, pero se está bien...
martes, 20 de diciembre de 2016
viernes, 16 de diciembre de 2016
Los que aman son perdedores
Soñé que estaba pintando en el río Támesis. Soñé que no tenía nada al fin y al cabo. Nada más que mi propia piel. Soñé que estaba a la deriva sobre el viento aullante. Soñé que no tenía nada en absoluto.
Me deslizaba por el río, te vi mirando hacia mí. Vi mi pasado y vi mi futuro.
Puedes coger las piezas de los sueños que tienes si no te gusta la forma en la que parecen ir. Las puedes cortar y esparcir por el suelo. Y así te llenarás de esperanza a medida que comienzas a reorganizarlas. Ponlo todo de nuevo junto. De cualquier forma, lo mires como lo mires, parece que los que se aman son perdedores.
Soñé que estaba viendo a los jóvenes amantes bailar. Extendí la mano para tocar tu pelo pero yo estaba viéndolo desde una gran distancia. Nos aferramos al amor como un niño se aferra por primera vez a su bicicleta. Traté de aferrarme a lo que somos. Pero cuanto más aprieto, más rápido se termina.
Los que amamos perdemos...
Me deslizaba por el río, te vi mirando hacia mí. Vi mi pasado y vi mi futuro.
Puedes coger las piezas de los sueños que tienes si no te gusta la forma en la que parecen ir. Las puedes cortar y esparcir por el suelo. Y así te llenarás de esperanza a medida que comienzas a reorganizarlas. Ponlo todo de nuevo junto. De cualquier forma, lo mires como lo mires, parece que los que se aman son perdedores.
Soñé que estaba viendo a los jóvenes amantes bailar. Extendí la mano para tocar tu pelo pero yo estaba viéndolo desde una gran distancia. Nos aferramos al amor como un niño se aferra por primera vez a su bicicleta. Traté de aferrarme a lo que somos. Pero cuanto más aprieto, más rápido se termina.
Los que amamos perdemos...
martes, 13 de diciembre de 2016
lunes, 12 de diciembre de 2016
Oscuridad
Sé que sin el sol la vida se nos pasará, ya lo verás. Solo hay una oportunidad. A veces me pregunto si habrá otra vida y si tú allí estarás.
El mundo real
Vi las hojas otoñales cayendo sobre la calle. Cogí la brisa suave del aire y dejé de sentir el suelo con los pies. Contemplé la ciudad mientras me ruborizaba, ardía llena de cosas maravillosas. Las plumas besaban mi cara y revoloteaban por todas partes. La realidad es un lugar encantador pero no me gustaría vivir allí. No quiero vivir allí.
Con un pincel estrellado, dibujé el anochecer de un color azul veneciano. Nunca imaginarías lo que se ve desde aquí, estas vistas tienen todo el silencio de la tarde. Y cuando las hojas vuelven y sus susurros llenan la noche, se congelarán y quemarán donde el fuego y el hielo chocan.
Si nos disolvemos sin dejar rastro, ¿le importará a el mundo real?
La realidad es un lugar encantador, pero no, no quiero vivir allí. Prefiero mi mundo real.
Con un pincel estrellado, dibujé el anochecer de un color azul veneciano. Nunca imaginarías lo que se ve desde aquí, estas vistas tienen todo el silencio de la tarde. Y cuando las hojas vuelven y sus susurros llenan la noche, se congelarán y quemarán donde el fuego y el hielo chocan.
Si nos disolvemos sin dejar rastro, ¿le importará a el mundo real?
La realidad es un lugar encantador, pero no, no quiero vivir allí. Prefiero mi mundo real.
martes, 22 de noviembre de 2016
No soy como tú crees
Cuando te miro y me sonríes, sabemos que en realidad no quieres nada que te complique. No buscas nada en especial.
Un chico como tú, con esa actitud y esa mirada, piensa que podrá robarme el corazón. Pero no.
No soy como tú crees, no soy tan candorosa. ¿Qué intentas demostrar? No insistas en tener lo que nunca tendrás. Me puedes intentar impresionar pero no soy como tú crees.
Estás loco como yo.
Un chico como tú, con esa actitud y esa mirada, piensa que podrá robarme el corazón. Pero no.
No soy como tú crees, no soy tan candorosa. ¿Qué intentas demostrar? No insistas en tener lo que nunca tendrás. Me puedes intentar impresionar pero no soy como tú crees.
Estás loco como yo.
viernes, 18 de noviembre de 2016
Vivir y morir
Vivir. Quiero vivir inspirada.
Morir. Quiero morir por algo.
Después de pisar el cielo me caí en la más profunda oscuridad. Todo era negro.
En estos momentos estoy aterrizando y estoy temblando como si me diera un ataque al corazón. Pero es el momento, puedo regresar. He cometido errores en el pasado y necesito otra oportunidad porque no puedo remediarlo ahora. Ojalá pudiera hacer las cosas bien esta noche.
Vivir. Quiero vivir inspirada. Morir. Quiero morir por algo más grande que yo.
Vivir y morir por alguien...
Es gracioso, porque cuanto más vivo, más veo que está vida no es sobre mí. Todo lo que sé es que todo gira fuera de control y el tiempo pasa fugaz.
Me pregunto qué va a ser lo próximo para mi corazón y mi alma. Aún así, nada de lo que gane me puede salvar de escuchar algún día que es mi hora...
Morir. Quiero morir por algo.
Después de pisar el cielo me caí en la más profunda oscuridad. Todo era negro.
En estos momentos estoy aterrizando y estoy temblando como si me diera un ataque al corazón. Pero es el momento, puedo regresar. He cometido errores en el pasado y necesito otra oportunidad porque no puedo remediarlo ahora. Ojalá pudiera hacer las cosas bien esta noche.
Vivir. Quiero vivir inspirada. Morir. Quiero morir por algo más grande que yo.
Vivir y morir por alguien...
Es gracioso, porque cuanto más vivo, más veo que está vida no es sobre mí. Todo lo que sé es que todo gira fuera de control y el tiempo pasa fugaz.
Me pregunto qué va a ser lo próximo para mi corazón y mi alma. Aún así, nada de lo que gane me puede salvar de escuchar algún día que es mi hora...
Rendición
Esto es una rendición a una vida destrozada por la guerra que he vivido. Cicatrices y heridas para siempre. No puedo resistirme a cambiar. No hay necesidad de esconder nada. No puedo volver a ser quien era antes.
Por fin puedo respirar. De repente estoy viva. Finalmente puedo moverme. Siento como si el mundo hubiera renacido.
Este camino es una larga lucha, pero finalmente pude abrir los ojos. La revolución no es fácil con una guerra civil en el interior...
Por fin puedo respirar. De repente estoy viva. Finalmente puedo moverme. Siento como si el mundo hubiera renacido.
Este camino es una larga lucha, pero finalmente pude abrir los ojos. La revolución no es fácil con una guerra civil en el interior...
lunes, 14 de noviembre de 2016
Lluvia
Llueve aún más.
Está todo mojado como el mar...
Caen en mi ventana,
despidiéndose del cielo.
Gotas de papel,
lágrimas a flor de piel.
Todo cae alrededor.
Caminando entre la gente,
la lluvia cae y no se siente.
Todo cae alrededor.
Mariposas vuelan casi al son
y todo tiene un bello color.
Lágrimas a flor de piel.
Agua que no volveré a ver.
Todo cae alrededor.
Escucha el sol salir.
La lluvia se fue por fin.
Está piando el ruiseñor.
Las flores crecen sin temor.
Está todo mojado como el mar...
Caen en mi ventana,
despidiéndose del cielo.
Gotas de papel,
lágrimas a flor de piel.
Todo cae alrededor.
Caminando entre la gente,
la lluvia cae y no se siente.
Todo cae alrededor.
Mariposas vuelan casi al son
y todo tiene un bello color.
Lágrimas a flor de piel.
Agua que no volveré a ver.
Todo cae alrededor.
Escucha el sol salir.
La lluvia se fue por fin.
Está piando el ruiseñor.
Las flores crecen sin temor.
Sentimientos
Llevo días sin dormir.
Pensando mucho en ti.
Y no puedo respirar,
y sin ganas de vivir.
Tal vez, no sé, yo te... digo que
nada es igual sin ti, aquí en mí.
Pienso en ti, sólo en ti
cuando tu no estás.
Ayúdame a caminar
en mi soledad.
Tú no estás...
¿Y quién eres tú?
No consigo recordar.
Sólo déjame olvidar
todo aquello que pasó.
No me rendiré ya más.
Prometo no echarme atrás.
No te olvidaré jamás.
Sólo es un canto del mar.
Estaba pensando en ti...
Scratch
Llevo esperándote horas
y no puedo parar de pensar,
en lo que me dijiste ayer
pero no es igual.
Y es que no puedo explicar
lo que siento yo por dentro.
Pero no es todo verdad
porque puedo decirte "te quiero".
Pero estamos bien.
No nos puede ir mejor, ya ves.
Aunque no es fácil y porque estás tan lejos.
Pero es tiempo de scratch
y nada puede irnos mal.
Te necesito otro día más
y estás tan lejos... Sí, lo estás.
Llevo esperándote siempre
y no puedo parar de pensar.
Horas y horas hablándote
y me haces llorar.
Pensando que estás tan lejos
y no te puedo besar.
Ojalá yo fuera allí y me quedara un ratito más.
y no puedo parar de pensar,
en lo que me dijiste ayer
pero no es igual.
Y es que no puedo explicar
lo que siento yo por dentro.
Pero no es todo verdad
porque puedo decirte "te quiero".
Pero estamos bien.
No nos puede ir mejor, ya ves.
Aunque no es fácil y porque estás tan lejos.
Pero es tiempo de scratch
y nada puede irnos mal.
Te necesito otro día más
y estás tan lejos... Sí, lo estás.
Llevo esperándote siempre
y no puedo parar de pensar.
Horas y horas hablándote
y me haces llorar.
Pensando que estás tan lejos
y no te puedo besar.
Ojalá yo fuera allí y me quedara un ratito más.
En un rincón de Fullerton
En un rincón de Fullerton
hay un lugar que íbamos todos a disfrutar.
En un rincón de Fullerton
hay un lugar que íbamos todos a disfrutar.
Pero aún intento cuando todos están
que lo pasen bien sin sentirse mal.
Sentirse bien como cuando antes.
Sí, quédate, amigo.
Siente este lugar feliz conmigo.
Porque todo hoy aquí está bien.
No existen problemas ni enemigos.
En un rincón de Fullerton
hay un lugar en el que nadie se reía de mí.
En un rincón de Fullerton
hay un lugar en el que nadie se reía de mí.
Pero aún intento cuando todos están
que lo pasen bien sin sentirse mal.
Sentirse bien como cuando antes.
Sí, quédate, amigo.
Siente este lugar feliz conmigo.
Porque todo hoy aquí está bien.
No existen problemas ni enemigos.
hay un lugar que íbamos todos a disfrutar.
En un rincón de Fullerton
hay un lugar que íbamos todos a disfrutar.
Pero aún intento cuando todos están
que lo pasen bien sin sentirse mal.
Sentirse bien como cuando antes.
Sí, quédate, amigo.
Siente este lugar feliz conmigo.
Porque todo hoy aquí está bien.
No existen problemas ni enemigos.
En un rincón de Fullerton
hay un lugar en el que nadie se reía de mí.
En un rincón de Fullerton
hay un lugar en el que nadie se reía de mí.
Pero aún intento cuando todos están
que lo pasen bien sin sentirse mal.
Sentirse bien como cuando antes.
Sí, quédate, amigo.
Siente este lugar feliz conmigo.
Porque todo hoy aquí está bien.
No existen problemas ni enemigos.
Recuerda
Recuerda, las palabras de amor
que te dije al dormir sin darme cuenta.
Si miras a tu alrededor,
ves que todo está a tu favor.
No pienses en despertar.
Recuerda cuando te di
todo mi ser, toda mi fe.
Recuerda todo de mí...
Yo te robé el corazón.
Te sientes perdido al caer
Yo te ayudo a levantarte.
Siempre no me vas a tener
aprende a andar aquí bien.
No tires sueños atrás.
Recuerda cuando te di
todo mi ser, toda mi fe.
Recuerda todo de mí...
Yo te robé el corazón.
Calma tu sed,
es la vida un camino, cree en ello.
Sueña también,
los sueños pueden a veces saciar la sed.
que te dije al dormir sin darme cuenta.
Si miras a tu alrededor,
ves que todo está a tu favor.
No pienses en despertar.
Recuerda cuando te di
todo mi ser, toda mi fe.
Recuerda todo de mí...
Yo te robé el corazón.
Te sientes perdido al caer
Yo te ayudo a levantarte.
Siempre no me vas a tener
aprende a andar aquí bien.
No tires sueños atrás.
Recuerda cuando te di
todo mi ser, toda mi fe.
Recuerda todo de mí...
Yo te robé el corazón.
Calma tu sed,
es la vida un camino, cree en ello.
Sueña también,
los sueños pueden a veces saciar la sed.
Camuflaje
Un día más, que no volverá atrás.
Nunca hablas y presente nunca estás.
Puedes sacar tu coraje, para salir de tu camuflaje.
No te escondas en tu habitación,
pensativo y buscando en tu interior.
Dañando tu corazón,
y creyendo que todo es dolor.
Camuflado en las sombras, creyendo que así,
los que te conozcan tengan miedo de ti.
Solo con tu imaginación, el mundo te va olvidando...
Un día más que no volverá atrás.
Si tú no hablas a ti nadie te hablará.
Puedes sacar tu coraje, para salir de tu camuflaje.
Camuflado en las sombras, creyendo que así,
los que te conozcan tengan miedo de ti.
Solo con tu imaginación, el mundo te va olvidando...
Nunca hablas y presente nunca estás.
Puedes sacar tu coraje, para salir de tu camuflaje.
No te escondas en tu habitación,
pensativo y buscando en tu interior.
Dañando tu corazón,
y creyendo que todo es dolor.
Camuflado en las sombras, creyendo que así,
los que te conozcan tengan miedo de ti.
Solo con tu imaginación, el mundo te va olvidando...
Un día más que no volverá atrás.
Si tú no hablas a ti nadie te hablará.
Puedes sacar tu coraje, para salir de tu camuflaje.
Camuflado en las sombras, creyendo que así,
los que te conozcan tengan miedo de ti.
Solo con tu imaginación, el mundo te va olvidando...
Un día más que no volverá atrás.
Otro día gastado que nunca volverá.
Los dos
Adiós.
Todo cambió cuando te fuiste allí y a mí no me llevaste.
¿Y tú?
Tú con tus ganas de volar, tú nunca parabas de soñar.
Y ahora todo salió mal.
Creías que podrías regresar.
Yo ya no te esperaré más.
Basta... ¡Ya!
Y yo cantándote, cantándote una canción
ya nada supe de los dos.
Y yo contándote, contándote una lección
ya no se supo de los dos.
Tú sí, tú sí sabías que te quería sólo a ti, entonces te vi.
Y tú, sin despedirte, sólo viste el reloj y te montaste en el avión.
Te perdiste por error.
Y siempre te guardabas el rencor.
No me pudiste olvidar.
Y ahora te vas... ¡Ya!
Y yo cantándote, cantándote una canción
ya nada supe de los dos.
Y yo contándote, contándote una lección
ya no se supo de los dos.
Todo cambió cuando te fuiste allí y a mí no me llevaste.
¿Y tú?
Tú con tus ganas de volar, tú nunca parabas de soñar.
Y ahora todo salió mal.
Creías que podrías regresar.
Yo ya no te esperaré más.
Basta... ¡Ya!
Y yo cantándote, cantándote una canción
ya nada supe de los dos.
Y yo contándote, contándote una lección
ya no se supo de los dos.
Tú sí, tú sí sabías que te quería sólo a ti, entonces te vi.
Y tú, sin despedirte, sólo viste el reloj y te montaste en el avión.
Te perdiste por error.
Y siempre te guardabas el rencor.
No me pudiste olvidar.
Y ahora te vas... ¡Ya!
Y yo cantándote, cantándote una canción
ya nada supe de los dos.
Y yo contándote, contándote una lección
ya no se supo de los dos.
domingo, 23 de octubre de 2016
miércoles, 19 de octubre de 2016
La lazarilla de Azira
Todas mis fortunas y adversidades, son tan precisas, pero nunca oídas ni vistas.
Me gustaría contárselo a Usted, porque no quiero que esto quede en la
sepultura del olvido, y que se haga algo al respecto, sin prejuicio y pudiendo
sacar de esta historia algún fruto, pues, como decía Plinio: “no hay libro, por
malo que sea, que no tenga alguna cosa buena”.
Pues sepa Usted que mi nombre es Tabisha. Nací en una pequeña ciudad más o
menos céntrica llamada Vardak, en Afganistán, un país sin salida al mar
ubicado en el corazón de Asia. Mi madre, Sharah murió cuando me dio a luz,
mis abuelos la llamaron así porque ese nombre significa “pura”, “feliz”
simplemente como era ella y, mi padre se llama Yanis, que significa “valiente”,
“descubridor”. Era comerciante y ganaba mucho dinero pero era el hombre
más bondadoso del mundo. Me enseñó cosas increíbles, como leer, escribir,
construir inventos o arreglar cosas. Me mostró ante mis ojos el mundo que
esperaba descubrir algún día. Me demostró lo importante que era la palabra, la
responsabilidad y la solidaridad, aunque, en aquel oscuro tiempo donde la
guerra reinaba sobre toda Afganistán, era difícil comprender todas y cada una
de sus palabras tranquilizadoras y soñolientas que susurraba, llenas de
esperanzas, o historias imposibles, que se colaban en mi cabeza tan rápido
como la caída de los misiles sobre las casas de Vardak.
Aún recuerdo aquella amarga mañana nublada. El sol se escondía en alguna
parte del cielo y éste era como una gigantesca masa de color gris pálido. Abrí
la ventana, una ráfaga de aire caliente me secó los ojos e hizo ondear mi largo
cabello negro. Temblando, bajé corriendo las escaleras y las piernas me fallaron
al ver a mi padre escondiendo, bajo una vieja tabla del suelo de madera: libros,
entre ellos el Corán, alguna joya, algo de dinero, una de las pocas latas de
comida que quedaban, otros objetos de valor y entre lágrimas susurraba una
oración del Corán, que yo ya bien conocía y, mientras, colocaba su alianza en
un cordón negro, hizo un nudo y se lo guardó en el bolsillo del pantalón.
Rápidamente al verme a mí, se apresuró a abrazarme, no hubo tiempo de
palabras, yo ya sabía lo que tenía que hacer. Subí a zancadas a mi habitación,
cogí una pequeña mochila marrón y fui metiendo solamente lo necesario y lo
imprescindible, recordando las enseñanzas de mi padre: “algunas cosas que
aprecias has de dejarlas atrás, pero luego volverán a ti”.
Fue el menos esperado
Resultó ser el menos esperado quien mató a Nola. Tengo que pensar una buena trama y unos personajes.
lunes, 17 de octubre de 2016
No brillaba como antes
He hecho una trampa para mosquitos casera a la 1 de la mañana. Me duele la tripa. Aún no me he lavado los dientes. Acabo de escuchar atentamente por si el mosquito está revoloteando por mi habitación. Gracias a eso me he dado cuenta de que está lloviendo afuera. Me gustaría abrir las ventanas y oler la lluvia. Poder respirar aire fresco. Aquí huele a cerrado porque no salgo de mi cama. Quiero ver llover. La película que he visto ha estado bien. No voy a poder dormir hasta bien entrada la madrugada. Aún no sé quién diablos mató a Nola Kellergan.
viernes, 14 de octubre de 2016
lunes, 10 de octubre de 2016
Perdiendo
El tiempo ha pasado para mí. Todo se ha vuelto distante y no sé qué pensar. Es muy duro. Perdida en el mundo, entre la confusión. Necesito irme por un tiempo. La vida es un sinsentido, no hay ningún motivo ni ninguna razón para sonreír. Por eso me despido. Y lo siento, pero este es mi destino. Nada importa. Nadie quiere que me quede. Lo siento, pero he esperado demasiado tiempo. Aquí está mi despedida y nadie llorará por mí. No merezco ninguna lágrima. Han sido años de depresión, intentando tratar un desorden alimenticio que controla mi juventud. No sirve para nada, ¿por qué debería seguir? No necesito otro año más.
"Confía en mí. Estaré en los días nublados. No te fallaré. Seguiré a tu lado. Conmigo hallarás la verdad, que dentro tuya está. Confía en mí. Y en la oscuridad, tomarás mi mano. Nada te atará, volarás. Ya no te escapes más. Aún hay mucho más. No me sueltes. Confía en mí. Junto a ti estaré en los días nublados..."
Cállate maldita voz...
Cada 18 minutos alguien se suicida. Cada 43 segundos, alguien intenta hacerlo.
sábado, 8 de octubre de 2016
viernes, 7 de octubre de 2016
No hay palabras que inventar
Aquí hay una foto nuestra. Dime que piensas solamente en mí. Es casi un desafío, hay demasiado ruido. Pero al menos intentémoslo.
No hay palabras que inventar. Yo lo veo en tu mirar. Deja el corazón hablar. Puedo oír lo que tu alma escribe.
Yo quiero abrazarte al sol, solos al amanecer. No preciso de tu voz. Puedo oír lo que tu alma escribe.
"¿Qué tal?", conectamos sin corriente, solo lápiz y papel. Tú alcanzas mi ventana y dejas en mi almohada un beso de despedida, intenta estar en el presente y del mañana olvídate.
No hay imagen que exprese lo que leen tus ojos descubriéndome. Es mágico.
jueves, 6 de octubre de 2016
No estoy llorando
Me siento utilizada pero sigo echándote de menos. Y no puedo ver el final de esto. Sólo quiero besarte y sentir tu beso en mis labios. Ya ha pasado todo este tiempo pero todavía parece que no puedo saber el por qué.
Me duele cada vez que te veo. Porque me doy cuenta de lo mucho que te necesito.
Te odio. Te quiero. Odio quererte. No quiero, pero no puedo conseguir que me importe nadie más que tú.
Te echo de menos cuando no puedo dormir, o justo después del café, o cuando no puedo comer. Te echo de menos en el asiento delantero del coche. Aún está tu ropa en mi habitación, de esas noches que no recordamos. ¿Me echas de menos como yo te echo de menos?
Estoy jodida y demasiado enganchada a ti. Incluso los amigos también te pueden romper el corazón... Siempre estoy cansada, pero nunca de ti.
Pero es que, te doy un abrazo, y no te gusta esa tontería. Te miro, y ni te inmutas. Te escribo un texto y luego no te preocupa nada. Tengo estos sentimientos y no te importa una mierda. Te hablo de amor pero odias toda esa gilipollez. No das nada por mí.
Vale, lo mantendré escondido. De todas formas, ni tus amigos ni los míos saben que estoy enamorada de ti. Y si me quisieras, a estas alturas ya me lo habrías dicho en serio. ¿Alguna vez te has preguntado lo que podríamos haber sido?
He colocado una cinta de precaución alrededor de mi corazón. Porque dijiste que no lo harías y joder, lo hiciste. Me mentiste. Ahora intenta arreglarlo...
El alcohol y mis sentimientos están jodidamente mezclados. Siempre echando de menos a los que menos se debería echar de menos. A veces hay que romper y quemar algunos puentes, sólo para crear una cierta distancia.
Sé que puedo controlar mis sentimientos y que debería dejar de recordar el pasado. Pero desde pequeña aprendí que es bueno tener sentimientos, aunque creas que no. Cuando el amor y la confianza se han perdido, aparece la soledad y la tristeza. Y eso me ayuda a escribir, me inspira el alma... Así que, en el fondo, agradezco que la gente me haga mal.
Por eso, cada noche solitaria mis dedos componen canciones, mi voz, melodías, mis manos escriben textos sin sentido, mis pinceles se llenan de pintura y crean historias sin esperanza ni anhelo.
Aún así, esto me está matando lentamente...
Te quiero y te odio.
martes, 4 de octubre de 2016
El día que volé sobre el océano
Si me quedo mirando esta foto más de 4 minutos, puedo recordar todo como si fuera ayer. Y ya han pasado unos cuantos años...
Estábamos burlando a las olas. Acompañando al viento. Olía a sal y a libertad. Me gustaba esa sensación. Estaba a tan solo unos metros del agua. Ellos estaban un poco mas arriba en un globo de helio. Yo disfrutaba de mi valentía y del riesgo que corría, pero estaba más segura de mí misma que nunca. No importaba que me cayera de la tabla voladora, el mar amortiguaría mi caída. Y mis amigos estaban allí, todos, para ayudarme. Recuerdo que no podía dejar de mirar al horizonte, desafiante. Queriendo llegar a un destino incierto y desconocido. A algún final increíble, vencer al infinito. Oía sus gritos y carcajadas encima de mi cabeza. Eso me daba más fuerza para continuar haciendo piruetas encima de la inmensidad del océano sin ningún miedo. A veces, me acercaba a tocar el agua con los dedos, poniéndome de cuclillas en la tabla y manteniendo el equilibrio todo lo que podía. Era precioso. Era un momento perfecto que no quería que desapareciera nunca. La tabla chocó contra una ola, me desestabilicé y estuve a punto de caer. Subí un poco más y me puse a salvo de la marea. Era divertido. Lo intenté otra vez. Esta vez aún más confiada. Baje lo suficiente para que el agua tocara la parte de atrás de la tabla, noté como la fuerza de rozamiento disminuía bruscamente mi velocidad, pero yo era imparable. Fui dejando una estela de espuma, una serpiente blanca que me seguía y que poco a poco se desvanecía entre el azul marino. Las gotas de agua salada me salpicaban y la piel se me erizaba del frío y de la emoción. Hice unos cuantos giros y eché la vista atrás para contemplar mi obra. Pensé que ellos verían lo bonito que quedó desde arriba. Sonreí y me volví a elevar hacia el cielo. La vida no podía ser más perfecta en aquel momento.
lunes, 3 de octubre de 2016
Más cerca
"Estaba bien antes de conocerte. O antes de saber que me gustabas. Bebí demasiado y eso fue un problema. Pero estuvo bien.
Sé que te rompe el corazón que me mude a otra ciudad. Pero ya han pasado 4 años de eso y no te he vuelto a llamar. Ahora estás increíblemente guapa sentada en la barra de un bar. Y no puedo dejar de... pensar en morder ese tatuaje de tu cuello, empujarte bajo las sábanas de nuestro colchón en Boulder y de ver tu pintalabios en esa copa de vino caro. Parece como si nunca fuéramos a envejecer."
"Estás igual de bien como el día en que te conocí. He olvidado por qué te fuiste y por qué yo te dejé marchar. Era una locura irme contigo, supongo. Pensé: "Quédate y vamos a escuchar esa canción". Pero eso nunca pasó.
Sé que te rompe el corazón que yo me quedara en la ciudad. Pero ya han pasado 4 años desde que te fuiste y ni una llamada. Ahora estoy aquí sentada en la barra de un viejo bar. Y no puedo dejar de... por eso llévame más cerca de ti, en el asiento trasero de tu Fiat. Quiero morder ese tatuaje de tu hombro, volver a tener sexo en Boulder y mirarte y sentir que todo es igual que antes. Es como si nosotros no hayamos envejecido nunca."
domingo, 2 de octubre de 2016
sábado, 1 de octubre de 2016
viernes, 30 de septiembre de 2016
miércoles, 28 de septiembre de 2016
Ya no hablamos más
"He oído que has encontrado a la persona que querías, a esa tan perfecta que estabas buscando. Desearía haber sabido que no era yo, porque todo este tiempo me lo he estado preguntando.
No quiero saber qué llevas puesto esta noche, ni si él te está abrazando como yo lo hacía antes. Estoy fatal. Debería haber sabido que tu amor era sólo un juego. Ahora no puedo sacarte de mi mente. Menuda putada... Pero bueno, espero que estés durmiendo al lado de alguien que sepa quererte como hice yo. Debe de haber una buena razón por la que te has ido. Tanto ahora como antes, pienso en ti. Me gustaría ir hasta tu casa y sorprenderte en tu portal. Pero tengo miedo de estar equivocado y que todo salga mal.
Nosotros no hablamos como solíamos hacer. Ya no hablamos más."
"Oí por ahí que estás saliendo con alguien. Que te ven de noche bebiendo cervezas con una chica. Desearía ser ella y que me llevaras en tu coche como hacías antes, porque todo este tiempo me he preguntado si te acordabas de mí. Me gustaría saber qué camiseta llevas puesta esta noche, o si llevas las zapatillas que me gustan, o si ella te está abrazando como yo lo hacía antes... Estoy emborrachándome. Debería haber sabido que tu amor era sólo un juego. Ahora no puedo dejar de pensar en ti. Menuda mierda... Pero, en verdad, espero que estés acostándote con alguien que sepa besarte como te besaba yo. Debe de haber una buena razón por la que te has ido. Tanto ahora como antes, te quiero. Me gustaría ir hasta tu casa y darte una sorpresa. Pero tengo miedo de hacerlo mal y equivocarme.
Nosotros no hablamos como salíamos hacer. Ya no hablamos más."
lunes, 26 de septiembre de 2016
Extraños
Te miré. Me estabas mirando como si quisieras quedarte cuando te vi ayer. No estoy perdiendo tu tiempo, no estoy jugando a ningún juego.
¿Quién sabe el secreto del mañana? ¿Qué traerá el amanecer? Realmente, no lo sabemos. Ni necesitamos saberlo. Porque tu estás aquí conmigo ahora, y no quiero que te vayas. Nadie me ha hecho sentirme de esta manera. Hay tanto que no puedo explicar. Tal vez nos estamos ayudando a escapar de todo el uno al otro...
Quizá somos los extraños perfectos.
Quizá no es para siempre.
Quizá el intelecto nos cambie.
Quizá estaremos juntos.
Quizá nos vayamos lejos.
Quizá nos daremos cuenta de que sólo somos humanos.
Quizá no necesitamos ninguna razón de ser.
Quizá no necesitamos saber el por qué.
¿Quién sabe el secreto del mañana? ¿Qué traerá el amanecer? Realmente, no lo sabemos. Ni necesitamos saberlo. Porque tu estás aquí conmigo ahora, y no quiero que te vayas. Nadie me ha hecho sentirme de esta manera. Hay tanto que no puedo explicar. Tal vez nos estamos ayudando a escapar de todo el uno al otro...
Quizá somos los extraños perfectos.
Quizá no es para siempre.
Quizá el intelecto nos cambie.
Quizá estaremos juntos.
Quizá nos vayamos lejos.
Quizá nos daremos cuenta de que sólo somos humanos.
Quizá no necesitamos ninguna razón de ser.
Quizá no necesitamos saber el por qué.
martes, 20 de septiembre de 2016
domingo, 18 de septiembre de 2016
viernes, 16 de septiembre de 2016
Viajando
Si una mirada fuera una frase, ¿sabrías cual te quiero decir?
Cuando haya perdido la ilusión y esté al borde de suicidarme en un viejo y oscuro apartamento alquilado, cogeré todo lo que tengo y me iré. Australia, Thailandia, Japón, Carolina del Norte... Con sólo una vieja mochila, mi única preocupación sería dónde dormiría al día siguiente. Descubrir lugares, gente, culturas y naturaleza. En realidad, quiero irme ya.
domingo, 11 de septiembre de 2016
sábado, 10 de septiembre de 2016
Nadie lo sabrá
Puedo oír las voces otra vez. No sé si están en mi cabeza o fuera de ella. Lo que sé es que hablan claro y chillan fuerte. Ya no me dan miedo. Lo único que hago últimamente es ignorarlas. Cuanto más las ignoro más gritan. Me susurran cosas que, a veces, no puedo llegar a entender. Si prestara un poco más de atención podría comprender qué me quieren decir. En el fondo, lo sé. Por eso no quiero hacerles caso. Pero es inevitable. Un día de estos, no será muy tarde, las escucharé atentamente y haré lo que me digan. Pero nadie lo sabrá. Yo me abstraeré del mundo para interpretar sus mensajes y obedecer sus órdenes. Pero nadie lo sabrá...
viernes, 9 de septiembre de 2016
Ese día
Norman y Ben se adentraron en los entresijos del bosque. Les gustaba atrapar el miedo en su interior y que la valentía recorriera toda su espina dorsal. Sabían que era peligroso pero, con media sonrisa dibujada en sus rostros, corrieron sin mirar atrás. Les tranquilizaba la idea de que estuvieran juntos en sus aventuras. El uno junto al otro, siempre, a pesar del miedo, de la oscuridad, de los secretos del bosque...
Ese día fue diferente. Encontraron otro camino en medio del bosque y decidieron investigar, entusiasmados. Cogieron un par de palos de madera que encontraron junto a un árbol muerto y continuaron cautos, andando a paso ligero, alzando sus endebles armas entre la penumbra del bosque. Cuando por fin salieron de entre los árboles, encontraron algo alucinante. Se miraron a la vez, contentos y echaron a correr hacia una especie de casa de madera. Estaba casi derruida por el paso del tiempo y, toda su estructura, estaba rodeada de unas flores color violeta que habían crecido sin control. Rodearon la pequeña casa, explorando sus alrededores y asomándose a las ventanas. Entraron, precavidos, después de hacerse un gesto que indicaba que no había peligro. Entonces encontraron algo espeluznante...
miércoles, 7 de septiembre de 2016
Cuando te vayas
Yo siempre he necesitado tiempo para mí. Nunca pensé que necesitaría a alguien para dejar de llorar. Parece que los días son años cuando estoy sola y la cama se ha convertido en mi nuevo hogar. Cuando te vas cuento los pasos que das. Creo que te necesito ahora.
Cuando te vayas, las piezas de mi corazón te echarán de menos. Las palabras que me dedicas cada día para que el día vaya bien desaparecerán. Nunca me he sentido así antes. Todo lo que hago me recuerda a ti. La ropa que te has dejado en mi habitación huele a ti. Me encantan las cosas que haces. Y todo lo que siempre he querido que sepas es que lo haría todo por ti, o casi todo.
Te echo de menos.
domingo, 4 de septiembre de 2016
Al infierno
Fue una noche rara. Yo soy la primera en admitirlo. Estoy segura de que alguien me enfadó pero mi memoria ha optado por olvidarlo. Una pequeña y aguda voz me decía que realmente debía probarlo, que llenara mi cuerpo de auténtica basura.
La primera raya me golpeó como una patada en la cara. "Será mejor meterme otra por si acaso", pensé. A la segunda, ya me estaba dando un ataque al corazón. He comprado un billete de ida y vuelta al infierno. Por fin.
Siempre he tratado de mantener en secreto mis vicios. Sin embargo, el silencio acaba quemándonos. Si me hubieran visto alguna vez me pregunto qué habrían pensado. Ahora mi tabique está destrozado pero todavía tengo algo guardado. A veces, duele por un segundo, después te enciende como un rayo. Los extraños que recluté conmigo pensaban que era combustible para cohetes, en realidad eran líneas de asfixia masivas de gloria y libertad. He comprado un billete de ida y vuelta al infierno...
Haciendo cada corte, repitiendo, con cada repetición un poco más... Estaba en lo más alto, más que nunca. Deteniéndome sólo el tiempo suficiente para inhalar el polvo blanco. Perdí las ruedas en marcha, pero todavía voy por el buen camino...
He comprado un billete de ida ¿y vuelta? al infierno.
sábado, 3 de septiembre de 2016
miércoles, 31 de agosto de 2016
Lo que ocurrió aquél día
Eran casi las once y media de la noche. Habíamos quedado para tomar unas cañas y, si surgía, iríamos a bailar a algún antro del centro. Tal vez, más tarde, continuaríamos la madrugada del sábado en otro local de la zona tomando la última copa.
Nos encontramos donde siempre. Yo había pasado la tarde fuera del apartamento. Al salir de trabajar, fui directa a un restaurante japonés y, después de disfrutar de unas cuantas piezas de sushi, me dirigí a casa de una antigua compañera de la universidad. Estaba como siempre, risueña y cordial. Charlamos un buen rato, el cual se me pasó volando, tanto que decidimos cenar en su casa. Improvisó unos sándwiches, una ensalada y un par de cervezas. Decidimos quedar más a menudo y no dejar pasar tanto tiempo sin vernos. Me caía bien, sabía que podía confiar en ella y me gustaba la complicidad que seguíamos teniendo después de tanto tiempo. Aún así, sabía que nuestras vidas eran muy distintas y que todo iba a seguir igual. Las dos sabíamos que eso no cambiaría.
- Se me hace tarde - Dije mirando el reloj.
Nos despedimos y caminé a paso ligero al punto de encuentro dónde me esperaban mis amigos. Con ellos sí quedaba más a menudo. Aprovechábamos los fines de semana para vernos hasta bien entrada la noche y relajarnos después de una larga semana de trabajo.
Al cabo de debatir un rato en la calle, uno de ellos convenció al resto de ir al Green. Nos pareció una buena idea empezar nuestra ronda por allí, aunque nos costaría un poco coger sitio. Pero no nos importaba estar de pie. Solo queríamos disfrutar de la noche en compañía de todos nosotros. Me gustaban esas noches. Hablábamos de todo y podía ser yo misma, casi no paraba de sonreír y por mucho que me pudiera el cansancio, no me quería ir a casa.
Conseguimos una mesa sin asientos y colocamos allí nuestras cervezas bien frías esperando a que nos subiera un poco el alcohol a la cabeza y seguir riendo.
Le miré. Le notaba un poco nervioso, no dejaba de mirar el móvil constantemente. Cosa que no solía hacer. Solo lo hacía cuando algo le inquietaba. Busqué su mirada, hasta que encontró la mía. Le sonreí y me devolvió la sonrisa. Bajé la mirada y di un sorbo a la cerveza, aún sonriendo, esperando que nadie se hubiera dado cuenta de la manera en la que le miraba. Todos sabían que habíamos empezado a vivir juntos en el apartamento. La noche anterior habíamos tenido sexo y también dormimos juntos por primera vez en muchos días. Solíamos acostarnos y después cada uno se iba a su habitación, así estábamos más cómodos. Además, algunos días yo trabajaba de tarde y él madrugaba, con ello conseguíamos no despertar al otro. Era más fácil así. Tampoco es que quisiera dormir con él todas las noches, pero algunas echaba de menos su calor, su aliento en mi nuca y sus besos por la mañana. A veces, no entendía por qué no quería estar cerca mío, por qué no quería acompañarme a cualquier lado que le propusiera, o incluso ir a cenar por ahí... Intentaba no pedirle nada para no llevarme otra desilusión más. Supongo que no quería darme cuenta de que su corazón no me pertenecía.
Esa noche me dije que no iba a pensar en él en ese sentido. Sólo quería pasármelo bien e intentar despejarme llenando mis neuronas de alcohol.
Nos estábamos divirtiendo con conversaciones banales sin sentido que me hacían desconectar, cuando decidimos cambiar del local. Pedí mi tercera cerveza. Las chicas me llamaron a lo lejos. Nos separamos un poco de los chicos y se pusieron a cotorrear, mirando de vez en cuando a nuestro alrededor. Yo no podía parar de reír al escucharlas. Podíamos estar hablando de chicos, de cosas del trabajo, de cotilleos varios que yo desconocía, y de repente, tararear una canción hasta cantarla a pleno pulmón mezclando nuestra voz con el ruido de la gente. Yo no podía parar de reír.
Una de ellas tiró de mí para señalarme con la mirada cómo entraba al local un amigo de un amigo que yo casi ni reconocía. Me sonaba su cara, pero no podía recordar quién era.
De repente todos mis sentidos se posaron en otra persona. En él. Estaba yendo a la barra sonriendo. Recorrí con los ojos la barra hasta que me topé con ella. Él se sentó a su lado y comenzaron a charlar después de darse un abrazo. El corazón me dio un vuelco sin querer. Miré a mis amigas. Estaban riéndose otra vez de algo que yo me había perdido, no se habían dado cuenta de lo que acababa de ocurrir y de mi rostro desencajado. Volví a mirar hacia la barra, esta vez, más disimuladamente. Estaban muy cerca, a penas unos centímetros separaban sus labios. Estaban hablando animadamente de algo que me hubiera gustado saber. La miré detenidamente. A su lado me sentía insignificante y no entendía porque ella producía ese sentimiento en mí.
Me dije a mí misma que no me importaba, al fin y al cabo sólo estaban hablando, eran amigos y se llevaban bien. Además, a mi tampoco es que me interesara tanto él o lo que hiciera con otras... Me intenté convencer de que no éramos nada y que podía hacer lo que quisiera.
Continué hablando con las chicas sin que se me notara absolutamente nada de lo que pasaba por mi mente. Volvimos con los chicos, y yo de vez en cuando, echaba una mirada rápida hacia ellos. Parecía que todo seguía igual, suspiré aliviada.
Entonces, al momento, uno de mis amigos alzó la mirada y dijo alzando la voz entre el ruido del gentío: ¿Pero qué está pasando?
Mi corazón aceleró con fuerza y entre la penumbra vi cómo él le susurraba algo al oído, ella dejaba de sonreír y entonces él le acarició dulcemente la cara y fue a darle un beso en los labios. Ella le apartó y giró la cabeza. Le dijo algo que no pude entender y se fue casi corriendo del local. Vi como se quedó unos segundos con la mirada perdida en la barra, pensativo, y a continuación, se levantó de un salto y fue directo a la puerta a la misma velocidad con la que había salido ella.
Nos quedamos perplejos, entonces todas las miradas se posaron en mí. Sentí desfallecer. Todo el grupo me miraba incrédulo, como si yo fuera consciente de lo que estaba pasando entre ellos dos. Yo tampoco entendía nada y les miré desconcertada, entonces comprendieron que yo no sabía lo que sucedía y apartaron la mirada, incómodos.
- ¿Vas a ir tras él? - Me preguntó uno de ellos.
- Tiene que estar destrozado. - Dijo otro.
- No tienes por qué ir. - No sabía que hacer, estaba muy confundida.
- Creo que... iré - Dije a media voz, y me despedí sintiendo sus miradas de aprobación clavadas en mi espalda mientras abandonaba el local.
Al salir, apresuré el paso, miré de un lado para otro. Estaba lleno de gente y no le encontraba. De pronto, oí un coche acelerar. Era el suyo. Salí a la carretera y corrí tras él pero no me vio y continuó acelerando. Cada vez se iba alejando más y terminé rindiéndome. Cuando recuperé el aliento, volví andando a casa pensando cada vez con más detenimiento lo que había ocurrido y sin saber qué le iba a decir cuando llegara al apartamento.
Al final, desistí y decidí volver a casa sin más, meterme en la cama y no pensar en el asunto. El tiempo bastaría para resolver todo. Además yo no podía ayudarle. El amor que sentía por esa chica nunca lo llegaría a sentir por mí. Seguía diciéndome a mi misma que me podría haber quedado en el local. No iba a querer hablar conmigo esa noche, debería dejarlo sólo, que reflexionara sobre lo que había pasado. Qué la chica a la que amaba, le acababa de rechazar y yo no tenía nada que hacer ante eso. Tampoco iba a ir tras él curándole las heridas. Tampoco lo necesitaba. Ya era mayorcito, y seguro que se lo esperaba de alguna manera u otra. Además, no quería entrometerme en sus asuntos. Yo solo era una amiga, una compañera de piso, tan solo una chica que de vez en cuando satisfacía su deseo sexual... nada más.
Mientras metía la llave en la cerradura, pensaba qué le iba a decir. Un "¿Qué tal?" sería demasiado evidente... Decidí dejar de rallarme y ni siquiera pasar a saludar para que supiera que había llegado. Seguro que oiría la puerta cuando entrase y querría estar solo. Mejor que no me viera, podría molestarle y esa noche seguro que lo que menos le apetecía era hablar o tener sexo, que era casi lo único que hacíamos.
Me limité a entrar en mi habitación y me puse el pijama. Ni me molesté en quitarme el maquillaje. Me acosté en la cama. Sentía su presencia cerca y a la vez lejos. La luz se su cuarto se colaba por debajo de la puerta, dejando entrever que seguía despierto. Cerré los ojos, y suspiré, cansada de pensar que estaría pasando por su cabeza ahora mismo. Pasó un rato y seguía con la luz encendida. Pensé que se había olvidado de apagar la luz y se había dormido.
Me acerqué lo suficiente a la puerta como para oír algo de ruido. Entonces me alejé de puntillas de vuelta a mi cuarto, poniendo cara de situación. Me senté en la silla del escritorio y abrí el ordenador. Me había dejado el Spotify abierto. Me quedé ensimismada mirando la pantalla... entonces se me ocurrió una idea. Tal vez no podía hacerle feliz. Tal vez no podía hacer que me quisiera tanto como en realidad le quería a él. Pero a lo mejor, después de lo que había pasado podría hacerle sonreír un poco. Hacerle olvidar durante unos minutos. Hacerle ver que me importaba. Que, por un momento, pudiera comprender que no estaba solo. Iba a acompañarle tan sólo un poco y luego me iría a dormir.
Cogí el ordenador y entré decidida a su habitación sin llamar, como solía hacer. Deje el portátil sobre su mesa.
- Hola. - Pude decir.
- Hola. - Se sorprendió al verme - Pensé que seguirías allí con estos.
- No. - Dije mientras daba doble click sobre una canción y comenzaba a sonar - Ya no.
- ¿Y eso? Te lo estabas pasando bien... - Me miró curioso.
- Qué va. - Contesté con toda la convicción que me fue posible. - Tampoco era para tanto.
Me miró de una manera que no podría describir. Su significado era indescifrable para mí. Luego dirigió su mirada al ordenador y volvió a mis ojos de nuevo, extrañado.
- ¿Bailamos? - Dije sonriendo, desvaneciendo todas sus dudas.
- ¿Ahora? - Se quejó. Le tendí las manos manteniendo la sonrisa como pude y él no pudo rechazar mi petición.
Me cogió las manos y comenzamos a balancearnos de un lado para otro. Nos miré. Era gracioso. Ambos íbamos en pijama y de repente me sentí ridícula al ver mis calcetines peludos de conejito. Comencé a reírme. Él también se rió contagiado al comprender el por qué. Entonces, para hacerlo más ridículo aún si pudiera, comencé a hacer caras de sentimiento imitando al cantante. Estaba sonando Angels de Robbie Williams. Era una balada perfecta para aquél momento. Cuando paramos de reír, ambos sonreímos y rodeé su cuello con mis brazos y él puso sus manos rodeando mi cintura. Nos quedamos mirándonos mientras nos movíamos levemente al ritmo de la música. Luego, apoyé la cabeza en su pecho y cerré los ojos, el me abrazó un poco más y seguimos meciéndonos durante toda la estrofa. Cuando volvió a sonar de nuevo el estribillo me separé de él con delicadeza y comencé a cantar en voz alta y daba alguna que otra vuelta con su mano. Él no paraba de sonreír y yo me sentí triunfante.
Cuando la canción estaba a punto de acabar, nos abrazamos por última vez. Di un paso atrás y después de un giro de baile que intentaba parecer algo artístico, hice una leve reverencia aguantándome la risa. El se rió y me imitó también con otra, agachando la cabeza.
- Ha sido un placer haber bailado con vos, mi señor.
- El placer es mío, mi señora.
Le miré con esa mirada de complicidad que teníamos. Me gustaba mucho. Me di la vuelta y regresé a la habitación. Sentí su mirada en mí mientras me marchaba. No me dio las gracias por ese momento. No lo esperaba y ni hacía falta. Yo sabía que le había gustado tanto como a mí. Que había conseguido olvidarse de todo durante 4 minutos y medio. Que le había sacado una sonrisa y que había logrado que se sintiera un poco mejor. Con eso me bastaba.
Cerré la puerta de mi habitación, imaginando que en poco tiempo se quedaría dormido y podría ir a escondidas a darle un beso. Pero eso no ocurrió. Me quedé tirada en la cama escudriñando el techo intentando no pensar en nada para quedarme dormida...
Nos encontramos donde siempre. Yo había pasado la tarde fuera del apartamento. Al salir de trabajar, fui directa a un restaurante japonés y, después de disfrutar de unas cuantas piezas de sushi, me dirigí a casa de una antigua compañera de la universidad. Estaba como siempre, risueña y cordial. Charlamos un buen rato, el cual se me pasó volando, tanto que decidimos cenar en su casa. Improvisó unos sándwiches, una ensalada y un par de cervezas. Decidimos quedar más a menudo y no dejar pasar tanto tiempo sin vernos. Me caía bien, sabía que podía confiar en ella y me gustaba la complicidad que seguíamos teniendo después de tanto tiempo. Aún así, sabía que nuestras vidas eran muy distintas y que todo iba a seguir igual. Las dos sabíamos que eso no cambiaría.
- Se me hace tarde - Dije mirando el reloj.
Nos despedimos y caminé a paso ligero al punto de encuentro dónde me esperaban mis amigos. Con ellos sí quedaba más a menudo. Aprovechábamos los fines de semana para vernos hasta bien entrada la noche y relajarnos después de una larga semana de trabajo.
Al cabo de debatir un rato en la calle, uno de ellos convenció al resto de ir al Green. Nos pareció una buena idea empezar nuestra ronda por allí, aunque nos costaría un poco coger sitio. Pero no nos importaba estar de pie. Solo queríamos disfrutar de la noche en compañía de todos nosotros. Me gustaban esas noches. Hablábamos de todo y podía ser yo misma, casi no paraba de sonreír y por mucho que me pudiera el cansancio, no me quería ir a casa.
Conseguimos una mesa sin asientos y colocamos allí nuestras cervezas bien frías esperando a que nos subiera un poco el alcohol a la cabeza y seguir riendo.
Le miré. Le notaba un poco nervioso, no dejaba de mirar el móvil constantemente. Cosa que no solía hacer. Solo lo hacía cuando algo le inquietaba. Busqué su mirada, hasta que encontró la mía. Le sonreí y me devolvió la sonrisa. Bajé la mirada y di un sorbo a la cerveza, aún sonriendo, esperando que nadie se hubiera dado cuenta de la manera en la que le miraba. Todos sabían que habíamos empezado a vivir juntos en el apartamento. La noche anterior habíamos tenido sexo y también dormimos juntos por primera vez en muchos días. Solíamos acostarnos y después cada uno se iba a su habitación, así estábamos más cómodos. Además, algunos días yo trabajaba de tarde y él madrugaba, con ello conseguíamos no despertar al otro. Era más fácil así. Tampoco es que quisiera dormir con él todas las noches, pero algunas echaba de menos su calor, su aliento en mi nuca y sus besos por la mañana. A veces, no entendía por qué no quería estar cerca mío, por qué no quería acompañarme a cualquier lado que le propusiera, o incluso ir a cenar por ahí... Intentaba no pedirle nada para no llevarme otra desilusión más. Supongo que no quería darme cuenta de que su corazón no me pertenecía.
Esa noche me dije que no iba a pensar en él en ese sentido. Sólo quería pasármelo bien e intentar despejarme llenando mis neuronas de alcohol.
Nos estábamos divirtiendo con conversaciones banales sin sentido que me hacían desconectar, cuando decidimos cambiar del local. Pedí mi tercera cerveza. Las chicas me llamaron a lo lejos. Nos separamos un poco de los chicos y se pusieron a cotorrear, mirando de vez en cuando a nuestro alrededor. Yo no podía parar de reír al escucharlas. Podíamos estar hablando de chicos, de cosas del trabajo, de cotilleos varios que yo desconocía, y de repente, tararear una canción hasta cantarla a pleno pulmón mezclando nuestra voz con el ruido de la gente. Yo no podía parar de reír.
Una de ellas tiró de mí para señalarme con la mirada cómo entraba al local un amigo de un amigo que yo casi ni reconocía. Me sonaba su cara, pero no podía recordar quién era.
De repente todos mis sentidos se posaron en otra persona. En él. Estaba yendo a la barra sonriendo. Recorrí con los ojos la barra hasta que me topé con ella. Él se sentó a su lado y comenzaron a charlar después de darse un abrazo. El corazón me dio un vuelco sin querer. Miré a mis amigas. Estaban riéndose otra vez de algo que yo me había perdido, no se habían dado cuenta de lo que acababa de ocurrir y de mi rostro desencajado. Volví a mirar hacia la barra, esta vez, más disimuladamente. Estaban muy cerca, a penas unos centímetros separaban sus labios. Estaban hablando animadamente de algo que me hubiera gustado saber. La miré detenidamente. A su lado me sentía insignificante y no entendía porque ella producía ese sentimiento en mí.
Me dije a mí misma que no me importaba, al fin y al cabo sólo estaban hablando, eran amigos y se llevaban bien. Además, a mi tampoco es que me interesara tanto él o lo que hiciera con otras... Me intenté convencer de que no éramos nada y que podía hacer lo que quisiera.
Continué hablando con las chicas sin que se me notara absolutamente nada de lo que pasaba por mi mente. Volvimos con los chicos, y yo de vez en cuando, echaba una mirada rápida hacia ellos. Parecía que todo seguía igual, suspiré aliviada.
Entonces, al momento, uno de mis amigos alzó la mirada y dijo alzando la voz entre el ruido del gentío: ¿Pero qué está pasando?
Mi corazón aceleró con fuerza y entre la penumbra vi cómo él le susurraba algo al oído, ella dejaba de sonreír y entonces él le acarició dulcemente la cara y fue a darle un beso en los labios. Ella le apartó y giró la cabeza. Le dijo algo que no pude entender y se fue casi corriendo del local. Vi como se quedó unos segundos con la mirada perdida en la barra, pensativo, y a continuación, se levantó de un salto y fue directo a la puerta a la misma velocidad con la que había salido ella.
Nos quedamos perplejos, entonces todas las miradas se posaron en mí. Sentí desfallecer. Todo el grupo me miraba incrédulo, como si yo fuera consciente de lo que estaba pasando entre ellos dos. Yo tampoco entendía nada y les miré desconcertada, entonces comprendieron que yo no sabía lo que sucedía y apartaron la mirada, incómodos.
- ¿Vas a ir tras él? - Me preguntó uno de ellos.
- Tiene que estar destrozado. - Dijo otro.
- No tienes por qué ir. - No sabía que hacer, estaba muy confundida.
- Creo que... iré - Dije a media voz, y me despedí sintiendo sus miradas de aprobación clavadas en mi espalda mientras abandonaba el local.
Al salir, apresuré el paso, miré de un lado para otro. Estaba lleno de gente y no le encontraba. De pronto, oí un coche acelerar. Era el suyo. Salí a la carretera y corrí tras él pero no me vio y continuó acelerando. Cada vez se iba alejando más y terminé rindiéndome. Cuando recuperé el aliento, volví andando a casa pensando cada vez con más detenimiento lo que había ocurrido y sin saber qué le iba a decir cuando llegara al apartamento.
Al final, desistí y decidí volver a casa sin más, meterme en la cama y no pensar en el asunto. El tiempo bastaría para resolver todo. Además yo no podía ayudarle. El amor que sentía por esa chica nunca lo llegaría a sentir por mí. Seguía diciéndome a mi misma que me podría haber quedado en el local. No iba a querer hablar conmigo esa noche, debería dejarlo sólo, que reflexionara sobre lo que había pasado. Qué la chica a la que amaba, le acababa de rechazar y yo no tenía nada que hacer ante eso. Tampoco iba a ir tras él curándole las heridas. Tampoco lo necesitaba. Ya era mayorcito, y seguro que se lo esperaba de alguna manera u otra. Además, no quería entrometerme en sus asuntos. Yo solo era una amiga, una compañera de piso, tan solo una chica que de vez en cuando satisfacía su deseo sexual... nada más.
Mientras metía la llave en la cerradura, pensaba qué le iba a decir. Un "¿Qué tal?" sería demasiado evidente... Decidí dejar de rallarme y ni siquiera pasar a saludar para que supiera que había llegado. Seguro que oiría la puerta cuando entrase y querría estar solo. Mejor que no me viera, podría molestarle y esa noche seguro que lo que menos le apetecía era hablar o tener sexo, que era casi lo único que hacíamos.
Me limité a entrar en mi habitación y me puse el pijama. Ni me molesté en quitarme el maquillaje. Me acosté en la cama. Sentía su presencia cerca y a la vez lejos. La luz se su cuarto se colaba por debajo de la puerta, dejando entrever que seguía despierto. Cerré los ojos, y suspiré, cansada de pensar que estaría pasando por su cabeza ahora mismo. Pasó un rato y seguía con la luz encendida. Pensé que se había olvidado de apagar la luz y se había dormido.
Me acerqué lo suficiente a la puerta como para oír algo de ruido. Entonces me alejé de puntillas de vuelta a mi cuarto, poniendo cara de situación. Me senté en la silla del escritorio y abrí el ordenador. Me había dejado el Spotify abierto. Me quedé ensimismada mirando la pantalla... entonces se me ocurrió una idea. Tal vez no podía hacerle feliz. Tal vez no podía hacer que me quisiera tanto como en realidad le quería a él. Pero a lo mejor, después de lo que había pasado podría hacerle sonreír un poco. Hacerle olvidar durante unos minutos. Hacerle ver que me importaba. Que, por un momento, pudiera comprender que no estaba solo. Iba a acompañarle tan sólo un poco y luego me iría a dormir.
Cogí el ordenador y entré decidida a su habitación sin llamar, como solía hacer. Deje el portátil sobre su mesa.
- Hola. - Pude decir.
- Hola. - Se sorprendió al verme - Pensé que seguirías allí con estos.
- No. - Dije mientras daba doble click sobre una canción y comenzaba a sonar - Ya no.
- ¿Y eso? Te lo estabas pasando bien... - Me miró curioso.
- Qué va. - Contesté con toda la convicción que me fue posible. - Tampoco era para tanto.
Me miró de una manera que no podría describir. Su significado era indescifrable para mí. Luego dirigió su mirada al ordenador y volvió a mis ojos de nuevo, extrañado.
- ¿Bailamos? - Dije sonriendo, desvaneciendo todas sus dudas.
- ¿Ahora? - Se quejó. Le tendí las manos manteniendo la sonrisa como pude y él no pudo rechazar mi petición.
Me cogió las manos y comenzamos a balancearnos de un lado para otro. Nos miré. Era gracioso. Ambos íbamos en pijama y de repente me sentí ridícula al ver mis calcetines peludos de conejito. Comencé a reírme. Él también se rió contagiado al comprender el por qué. Entonces, para hacerlo más ridículo aún si pudiera, comencé a hacer caras de sentimiento imitando al cantante. Estaba sonando Angels de Robbie Williams. Era una balada perfecta para aquél momento. Cuando paramos de reír, ambos sonreímos y rodeé su cuello con mis brazos y él puso sus manos rodeando mi cintura. Nos quedamos mirándonos mientras nos movíamos levemente al ritmo de la música. Luego, apoyé la cabeza en su pecho y cerré los ojos, el me abrazó un poco más y seguimos meciéndonos durante toda la estrofa. Cuando volvió a sonar de nuevo el estribillo me separé de él con delicadeza y comencé a cantar en voz alta y daba alguna que otra vuelta con su mano. Él no paraba de sonreír y yo me sentí triunfante.
Cuando la canción estaba a punto de acabar, nos abrazamos por última vez. Di un paso atrás y después de un giro de baile que intentaba parecer algo artístico, hice una leve reverencia aguantándome la risa. El se rió y me imitó también con otra, agachando la cabeza.
- Ha sido un placer haber bailado con vos, mi señor.
- El placer es mío, mi señora.
Le miré con esa mirada de complicidad que teníamos. Me gustaba mucho. Me di la vuelta y regresé a la habitación. Sentí su mirada en mí mientras me marchaba. No me dio las gracias por ese momento. No lo esperaba y ni hacía falta. Yo sabía que le había gustado tanto como a mí. Que había conseguido olvidarse de todo durante 4 minutos y medio. Que le había sacado una sonrisa y que había logrado que se sintiera un poco mejor. Con eso me bastaba.
Cerré la puerta de mi habitación, imaginando que en poco tiempo se quedaría dormido y podría ir a escondidas a darle un beso. Pero eso no ocurrió. Me quedé tirada en la cama escudriñando el techo intentando no pensar en nada para quedarme dormida...
sábado, 27 de agosto de 2016
Colores
Soy el rojo de la rosa, de las flores que tienes en el suelo de tu habitación. Y soy el gris del fantasma que se esconde entre tu ropa detrás de la puerta del armario. Soy el verde de la hierba que se dobla hacia atrás por debajo de tus pies. Y soy el azul del horizonte que ves desde tu ventana, donde el final del mundo y los tejados se encuentran. Soy el negro de las letras del libro que intentas memorizar. Y soy el naranja del revestimiento de las páginas que no paras de mirar. Soy el blanco de las paredes que absorben todo el sonido cuando no puedes dormir. Y soy el color melocotón de la estrella de mar en la playa, que desearía que las aguas del puerto no fueran tan profundas.
Si me cortas supongo que sangraría los colores de las estrellas del atardecer... Siempre voy a encontrar tu mirada cuando estamos perdidos en la fase tecnicolor.
Si me cortas supongo que sangraría los colores de las estrellas del atardecer... Siempre voy a encontrar tu mirada cuando estamos perdidos en la fase tecnicolor.
viernes, 26 de agosto de 2016
La rima del viejo marinero
Era una vieja leyenda que un día estuve dispuesta a contar. Ahora las palabras se me quedan cortas y me sobra paciencia. Ya no me ilusiono tanto por narrar estas cosas como antes. Ya no me infunde alegría cantar. Porque sé que no cambia la vida de nadie. Entonces ahora prefiero guardar todo lo que haga para mí misma. Ya no me gusta todo aunque lo parezca. Y muchas cosas me han dejado de resultar interesantes. Tal vez, la esperanza es lo único que más tardará en desaparecer. Porque la ilusión por los pequeños detalles se ha ido apagando y ya mi estómago no se encoge al mirar al universo. Pero, la rima del viejo marinero, se merece un sitio en mi mundo oscuro. Un mundo que es sólo para mí...
Se encontraron en una boda. Él, impasible, se dirigió a uno de los invitados y sin siquiera preguntarle, comenzó a narrar su vieja historia...
Se hicieron a la mar, soltaron las velas, alzaron su bandera al viento y, valerosos se adentraron en las profundidades de lo desconocido. El océano era inmenso, inspiraba respeto y a la vez grandeza y belleza. No sabía que les depararía el destino. Aún así, continuaron su viaje.
El capitán, alto y fuerte, para presumir de su bravía, lazó una flecha con su famosa puntería y acertó en el corazón de un albatros que por allí volaba sin rumbo alrededor de la gran barca. Algunos de los marineros vitorearon la hazaña de su capitán, otros en cambio, le blasfemaron con una mueca de disgusto alegando que matar a un albatros era un presagio de mala suerte.
Al día siguiente, el viento dejó de soplar. Todas sus provisiones fueron devoradas por unas ratas polizontes y los demás alimentos se pudrieron. Toda la tripulación estaba desesperada... Empezaron a pensar que todas esas catastróficas desdichas eran fruto del asesinato del ave. Repudiaron al capitán a la bodega echándole la culpa de lo ocurrido.
El viento seguía sin aparecer, las velas no se movían apenas. Estaban en medio del océano, sin comida y sin esperanza. Iban a morir.
Entonces vieron un barco negro a lo lejos. Apareció entre la densa neblina. Los tripulantes de aquél barco eran personas sin alma, su carne muerta había dejado entrever sus huesos y su mirada estaba vacía. Entonces, apareció la muerte. Los marineros asustados guardaron silencio. La madera del barco estaba carcomida por el tiempo y las algas proliferaban en toda su extensión. Las velas estaban mojadas, parecía haber salido de las profundidades del océano. La muerte se dirigió a los marineros y les retó a jugar a los dados con ella. Todos perdieron y la muerte se los llevó. El capitán fue retado a jugar por la muerte en vida, y ganó. Al vencer a la muerte, consiguió vivir. Pero sin alma. Una muerte en vida. Para siempre. Como castigo por matar al albatros, le obligó a colgarse al ave al cuello. El barco fantasma desapareció en las tinieblas. Y se quedó en su barco, junto con toda su tripulación muerta y el albatros colgando de su cuello. Entonces partió a llorar, y se arrepintió de todo lo ocurrido.
Entonces, para su sorpresa, comenzó de nuevo a soplar el viento. El albatros se desplomó contra el suelo al desaparecer la cadena que lo sostenía en el cuello del capitán, ya que la maldición había terminado. Llegó entonces a un pequeño acantilado donde saltó al agua y nadó hasta la playa. Allí, exhausto, un ermitaño le encontró y permaneció a su lado hasta que recuperó el aliento. Le contó lo ocurrido y el sabio ermitaño le dijo que, a partir de ese momento, tenía que ir vagando contando su historia. Para que nadie nunca matara a otro ser vivo de la creación. El capitán, arrepentido de su acto, no volvió a matar ningún ser viviente. Y estaba dispuesto a compartir su historia para siempre durante su no-vida. Pues ahora, él era inmortal, porque la maldición así lo decía.
El invitado de la fiesta no dio crédito a lo que escuchó a aquél día. Ensimismado en sus pensamientos, meditó sobre aquella historia y cayó en la cuenta de que el que se la había contado era aquél marinero, el de la maldición, aquél capitán que había matado al albatros. Pero, cuando quiso darse cuenta, ya había desaparecido entre las sombras...
Conocí a la persona correcta en el momento equivocado
Y así fue como, con estupor, me topé con una sombra en el tiempo. No nos saludamos, pero tampoco hizo falta. Me engatusó con promesas de valor y seguridad que no pude rechazar. Entonces me perdí en una canción infinita plagada de notas de dolor, mezclada con melodías de tristeza.
martes, 23 de agosto de 2016
Tormentas
Me acuerdo de las tormentas y de su significado. Era perfecto. En septiembre comenzará a nublarse por aquí... No me importa, al contrario. Además él contribuye a ello. Y yo ya estoy cansada de todo. Aún me acuerdo del estruendo de los truenos. De la intensidad de los rayos. De la luz tintineante de los relámpagos. El sonar de la lluvia al toparse estrepitosamente con el suelo. El fuerte viento que soplaba y movía los árboles. Yo me mantenía indemne e implacable. Permanecía impasible ante tal coloso acontecimiento. Y así continuaré, tal vez, el resto de mi existencia.
Cuenta con ello
Si sólo me dejasen, sólo por un día... estaría feliz con las consecuencias. Con lo que sea que pase esta noche. No debería estar tan seria, malgastando cada noche. El amor debería llevarnos a otro lugar. Todo lo que puedo decir no lo debería decir. Todo lo que he dicho tendría que no haberlo dicho. Pero, ¿todo lo que hemos hablado nos llevará a alguna parte? Aún hay tiempo...
Tú canción suena a nuestro alrededor cuando bailamos. Cada vez que lo hacemos suena. Pero vamos, no está tan mal. Las cosas que pensamos siempre serán lo mismo, no voy a luchar por cambiarlas. No me guardo un as en la manga, cuenta con ello.
No puedo decir que he estado siempre equivocada. Pero tú tienes algo de culpa. El jugar de esta manera no puede funcionar bien. De la manera en que lo hacemos...
viernes, 19 de agosto de 2016
domingo, 31 de julio de 2016
Ahí, Ahí Ale
Ale, eres una chica valiente. Y sé que esto sólo el principio. Pero voy a estar ahí a las 6 con algunas flores que hagan que la semana sea menos dura. Unas flores que hacen fuertes a los débiles.
Ale, es un mundo extraño. Y las chicas como tú se les puede romper el corazón con esta realidad. Pero si yo fuera tú, cerraría los ojos y conseguiría sentir el universo.
Y Ale, lo siento. Siento que te pierdas esos amaneceres. Pero Ale, no creas que no están ahí. No es el fin del mundo. Oh, y Ale, sé feliz. Este mundo puede ser feo pero, ¿no es precioso? No aquí, en realidad. Realmente no existe. No estamos aquí...
Ale, eres una chica valiente. Valor es algo que vas a necesitar. Porque ha sido un infierno de día y ahora estás desvanecida pero todos nos hemos caído alguna vez. Yo creo que es un mundo extraño, Ale. Es hora de poner las cartas sobre la mesa. Pero tu tienes la fuerza que yo he perdido. ¿Quién pensó que no lo conseguirías?
Ale, eres una chica valiente. Y sé que esto sólo acaba de comenzar.
Ale, es un mundo extraño. Y las chicas como tú se les puede romper el corazón con esta realidad. Pero si yo fuera tú, cerraría los ojos y conseguiría sentir el universo.
Y Ale, lo siento. Siento que te pierdas esos amaneceres. Pero Ale, no creas que no están ahí. No es el fin del mundo. Oh, y Ale, sé feliz. Este mundo puede ser feo pero, ¿no es precioso? No aquí, en realidad. Realmente no existe. No estamos aquí...
Ale, eres una chica valiente. Valor es algo que vas a necesitar. Porque ha sido un infierno de día y ahora estás desvanecida pero todos nos hemos caído alguna vez. Yo creo que es un mundo extraño, Ale. Es hora de poner las cartas sobre la mesa. Pero tu tienes la fuerza que yo he perdido. ¿Quién pensó que no lo conseguirías?
Ale, eres una chica valiente. Y sé que esto sólo acaba de comenzar.
Dispárame
Sólo déjame hablar. No quieres verme. Tú me das aire para respirar un día más. Parece mentira que todo el mundo dé vueltas a tu alrededor. Pero tú... tú siempre me dejas. Yo sé que sientes algo más. Por mí. Perdóname. Yo me resisto a perderte otra vez. Perdóname. Es que no puedo verme lejos de ti. Dispara bien. Mejor destrúyeme otra vez. Yo sé que sientes algo. Déjame volver junto a ti. Ya ven, hoy quiero verte. Tú siempre me dejas. Perdóname. Yo me resisto a perderte otra vez. Perdóname. Es que no puedo verme lejos de ti. Dispárame. Mejor destrúyeme otra vez. Déjame volver junto a ti. Ya ves, hoy quiero verte.
miércoles, 27 de julio de 2016
lunes, 25 de julio de 2016
sábado, 16 de julio de 2016
Dejar de dedicarte palabras
Me inspira la tristeza y la incertidumbre. Y tú, siendo las dos cosas en carne y hueso, has despertado en mí un sentimiento inesperado que me empuja a vivir. Sin dificultades, sin miedo, sin oscuridad.
Pero yo soy una persona impetuosa, y no puedo de dejar de idolatrar al pasado y velar al futuro. Vivo en un angosto silencio entre reír o llorar y me gusta así. Me gusta aguardar en la penumbra, temblar de terror y no dejar de resistir todos los obstáculos. Mi suerte está echada. No puedes salvarme a pesar de ser así, como tú eres. No podrás cambiarme ni quiero hacerlo. Deja de buscarme y yo dejaré de dedicarte palabras.
jueves, 30 de junio de 2016
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