Buenas noches viajero del tiempo

Buenas noches viajero del tiempo.
Bienvenido a mi mundo, es oscuro, pero se está bien...


lunes, 14 de julio de 2025

Cárcolas

Los primeros rayos del sol aparecieron despacio por el horizonte, y la luz fue despertando nuestros ojos cansados del día anterior. La noche había sido larga, tuvimos que hacer guardia por turnos de dos en dos para vigilar el campamento. Nos pusimos en marcha temprano y empezamos a caminar en silencio.

El frío de la mañana era gélido, pero cuando pasaron un par de horas se hizo hasta reconfortante. El sudor perlaba mi frente mientras subíamos la empinada montaña rocosa bajo el cielo cerúleo, y ese aire fresco se agradecía. Ella se estaba quedando cada vez más atrás. A veces, la miraba disimuladamente para ver si necesitaba ayuda. Su cara de concentración al elegir la roca donde se iba a apoyar para escalar la montaña, me hacía contener una media sonrisa. Aunque necesitara ayuda, no la iba a pedir, la muy testaruda.

Llegamos exhaustos hasta la entrada de una cueva que cruzaba la montaña a media altura.

- ¿Hay que cruzar por ahí? - preguntó Lucien con un tono de escepticismo. 

- Sí -. Contestó Rhys - Es la forma más rápida de llegar al otro lado.

- Entonces vamos, no perdamos más tiempo...

- Esperad -. cortó Rhys a Kitt con voz tensa, y señaló una especie de criatura viscosa parecida a una babosa con una caracola en la espalda, que se movía lentamente en el suelo rocoso de la entrada de la gruta, dejando a su paso un moco blanco espumoso. - Es una cárcola. Deben estar por toda la cueva. Hay que tener cuidado, sólo con tocarlas desprenden un veneno peligroso.

- Parecen caracoles gigantes... - murmuró ella a mis espaldas, distraída.

Comenzamos a caminar, precavidos por el riesgo que íbamos a correr al atravesar esa cueva, pero con pasos firmes. Las sombras de Az se movían sinuosas explorando las paredes pedregosas y Lucien encendió con su magia una pequeña luz que nos guiaba en la oscuridad y así poder esquivar con éxito las cárcolas, que aumentaban en número a medida que avanzábamos.

De pronto oímos un pequeño crack, seguido de un grito ahogado. Todos nos giramos a la vez. Ahí estaba ella, de pie, tiesa y rígida con los ojos muy abiertos. Su mirada expectante, descendió lentamente hacia el suelo, y a continuación subió lentamente el pie derecho... una especie de baba de textura pegajosa se extendía entre su zapatilla y lo que quedaba de una cárcola, con el cuerpo viscoso aplastado y la cáscara de su caparazón hecho pedazos.

- ¿Tú me escuchas cuando hablo? - Exclamó Rhys con voz grave, claramente enfurecido. Fui incapaz de reprimir la carcajada al ver a Kitt y a Cassian aguantándose la risa mientras la observaban en esa posición tan graciosa: a la pata coja y con una mezcla en su rostro de asco, miedo y pena por la pequeña criatura que acababa de matar. Reflejaba tantas emociones al mismo tiempo que las palabras se le amontonaban en la garganta.

- Me... me, lo-lo siento... yo... - empezó a decir avergonzada mientras una sonrisa forzada se le iba formando en los labios. Entonces, un hedor insoportable en forma de humo verde, empezó a emerger de la criatura muerta. Nuestras sonrisas se borraron de nuestras caras en cuanto ese humo oscuro comenzó a invadir la cueva rápidamente.

- CORRED. - ordenó Az. 

Echamos todos a correr con la adrenalina acelerada por las venas, rezando por encontrar la salida al otro lado cuanto antes. Ella tardó un segundo en reaccionar, pero terminó corriendo también a toda velocidad detrás de nosotros, mientras por el rabillo del ojo veía cómo el humo se extendía queriendo alcanzarnos. 

CRACK, CRACK, CRACK, CRACK... 

- ¿Se puede saber qué estáis haciendo? ¡Dejad de pisar los caracoles! - Gritó a nuestras espaldas.

- No son caracoles, son cárcolas. - le contesté, divertido. Se oyeron las risas de los demás mientras corrían.

- ¡No tiene ninguna gracia! -. Gritó exasperada - ... y son caracoles. Caracoles grandes. - Añadió en un tono más bajo. Testaruda. 

- ¡Ya qué más da! - Exclamó Lucien, que iba el primero en cabeza - Además, esto lo has empezado tú.

Ella no respondió, pero no me hizo falta girarme. Me imaginé a la perfección sus ojos en blanco y sus labios torcidos en una mueca cómica. 

CRACK, CRACK, CRACK, CRACK... seguíamos corriendo pisando cárcolas sin que nos importara lo más mínimo, sin ser conscientes del todo del riesgo que corríamos, entre carcajadas y algún que otro empujón amistoso y juguetón. El vapor maloliente era cada vez más denso según las íbamos aplastando bajo nuestros pies. Era imposible no mofarse ante la situación tan absurda en la que nos acabábamos de meter, si moríamos, sería la muerte más ridícula del mundo. 

A lo lejos, se empezaba a visualizar un punto de luz que, según avanzábamos, iba creciendo en intensidad. La salida. Con nuestras últimas fuerzas corrimos el último spring, y por fin respiramos aire puro. Ella llegó la última, tosiendo por el humo que empezaba a salir de la cueva detrás de ella. La miramos, un tanto preocupados por si había inhalado el veneno. Se inclinó jadeando con los ojos cerrados, puso las manos en las rodillas presa del cansancio, levantó la cabeza y nos lanzó una mirada inquisitoria.

- ¿Qué estaré a salvo con vosotros? Estaré sorprendida si sobrevivo al final de la semana.

No pudimos evitar sonreír. Estábamos todos bien.


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