Buenas noches viajero del tiempo

Buenas noches viajero del tiempo.
Bienvenido a mi mundo, es oscuro, pero se está bien...


lunes, 7 de julio de 2025

La realidad

Me despierto de golpe y mis ojos consiguen enfocar al techo, un techo que no me es familiar. Respiro con dificultad y una gota de sudor me recorre la frente; habré tenido otra pesadilla. Giró la cabeza e intento recordarme dónde estoy posando lentamente la mirada en los muebles de la habitación. Este no es mi cuarto de siempre, pero ahora lo es. Estoy otra vez en mi mundo, he vuelto a la realidad y me repito a mí misma que he tomado la decisión correcta. 

Estamos totalmente consternados, el impacto que nos ha provocado su ausencia ha sido claramente devastador; para todos, ¿quién lo diría? El silencio de todos los días pesa más en nuestros corazones que en nuestra conciencia. No tuvimos ninguna despedida y eso tampoco ayuda, aunque dudo si eso hubiera marcado la diferencia. Tenía que ser así. Lo que sí sé con certeza es que la echamos en falta, en la casa se percibe un vacío notable, ¿cuándo nos empezó a importar? 

Camino a paso ligero entre la gente que camina con prisa en la estación. Veo a alguien de espaldas a mí, apoyado en una columna. Me recuerda a él, es su pelo, sus brazos, su postura... no puede ser. Mi corazón se detiene un momento cuando está apunto de girarse y entonces, vuelve a latir cuando me doy cuenta que no es él. Empiezo a correr porque se me escapa el tren y voy a llegar tarde a trabajar. Se cierran las puertas justo delante de mí, veo mi reflejo en el cristal y contemplo con asombro unas altas siluetas detrás de mí. Me giro bruscamente; no hay nadie, sólo una pared llena de indicaciones de paradas de metro. Suspiro y pienso en lo sola que me siento aunque sé que decidí irme yo, pero tampoco tenía sentido quedarme. Mi corazón se rompe un poco más al imaginar lo bien que estarán sin mí y lo mucho que yo les echo de menos.

Queda una silla vacía en el comedor, muchas de sus cosas siguen ahí pero ninguno nos atrevemos a tocar nada. Todos sabemos lo que ocurre pero nadie dice una palabra, porque parece que si rompemos el silencio se hará verdad, y la realidad ya es suficientemente dura. Da igual lo que hagamos, cada pequeña cosa nos recuerda a ella: su risa resonando en el salón, la guitarra apoyada en el mismo sitio del estudio dónde nos cantó por primera vez, su baraja de cartas y su forma sutil de engañarnos haciendo trampas, su hueco en el sofá con ese cojín que solía usar... Ahora, el árbol del jardín se siente vacío, y contemplar las estrellas ha dejado de tener significado. No queda nada de ella y eso, de alguna forma, duele. Miro a los demás y percibo la tristeza que permanece en el ambiente desde el día que se fue, sin dudarlo ni un segundo más, por fin digo en voz alta lo que llevamos semanas pensando: volvamos a por ella.



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