Los sueños raros y catalíticos siguen ahí. No creo que se vayan nunca, me refiero a los fantasmas. Mi esencia tampoco desaparece por completo por mucho tiempo que haya pasado. No sé si me odio o me encanta odiarme. Parece que siempre me quiero arruinar la vida, aunque podría mentir y fingir que no es verdad. Pero los recuerdos y esos deseos no se van, se quedan toda la vida en algún lugar de mi mente. Lo he intentado todo. Y ya sabía desde hacía tiempo que tengo que tener cuidado con lo que pienso, porque siempre se cumple. Lo malo es que si dejo de pensar, toma el control una parte de mí que me quiere ver muerta y, aunque a todos les extrañe, quiero seguir descubriéndome a pesar del miedo que me da.
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