Ha cambiado la luz de mi ventana otra vez. Siempre guardo un destello de repuesto en el cajón de mi mesilla en caso de que todavía esté buscando un poco de claridad. Lo dejo encendido cuando vuelvo a la cama por si vuelves tú también.
En cuanto sale el sol, empiezo a colocar todo en su sitio. Parece como si las piezas hubieran encontrado de nuevo su lugar y no tuvieran motivo para moverse.
Pero a veces, me despierto y construyo en mi cabeza una razón para romper algo. A veces no quiero que esté todo perfecto, sino que prefiero dejarlo todo roto. Que alguien me ayude a desordenarlo otra vez. Que yo mañana me encargaré de colocarlo todo en su sitio y buscaré de nuevo su lugar.
Porque la luz de mi ventana cambia y yo sigo empeñada en dejar todo como estaba.
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