Buenas noches viajero del tiempo

Buenas noches viajero del tiempo.
Bienvenido a mi mundo, es oscuro, pero se está bien...


miércoles, 9 de diciembre de 2015

La isla










Estábamos en la isla y yo no dejaba de repetir en mi cabeza: "ha sido por mi culpa, yo lo imaginé". Me daba vergüenza decirlo en voz alta...
Veía agua, un inmenso océano se abría ante nuestros ojos. Las centelleantes olas brillaban desde lo lejos acechantes y las gaviotas sobrevolaban nuestras cabezas, emitiendo sonidos estridentes mientras buscaban algunos peces que comer.
Pasaron días, semanas... ¿meses? No lo puedo recordar. Sólo sé que mi faringe no podía emitir palabra, porque sabía que en cualquier momento podría partir a llorar y ya lo había hecho suficiente.

Me encargaron el trabajo de adentrarme en el bosque e ir al río a por agua fresca y limpia, era la primera vez que iba a ir sola porque pocas tareas me mandaban hacer: sólo cogía un par de tronquitos de leña por los alrededores para la hoguera de la noche, y en ocasiones ayudaba a reconstruir el tejado con madera y hojas. Sólo una vez fui acompañada a buscar cangrejos en las rocas, justo al lado del acantilado. Pero nunca he ido a cazar o a pescar con ellos. Tampoco me han pedido que haga guardias nocturnas y me quede toda la noche despierta vigilando. Sin duda parezco, o más bien soy la hembra de la manada. Pero la verdad es que me da igual. Estoy tan perdida, con tantas ganas de no vivir... De dormir y no despertar jamás...

Ese día fue diferente, todo cambió. Fui a recoger agua al río yo sola, ni siquiera me percaté de esa nueva responsabilidad ni me pregunté el por qué. Solo cogí un cubo que encontramos de los restos del naufragio y me adentré en el bosque. Recuerdo oír mil pájaros cantando, pero no me paré a escucharlos. Mi mente estaba en otra parte y no en esa maldita isla. Tampoco contemplaba la maravillosa naturaleza que me rodeaba, me limité a esquivar las raíces salientes de los árboles y las zarzas. Los pájaros salían volando a mi paso, asustados, agitando fuerte las alas para huir de mi presencia y moviendo las grandes hojas y ramas de los árboles a su paso.
Ya podía oír el agua, corría clara entre las piedras. Ese día estaba especialmente transparente y fresca. Penetró tan en mi la belleza de aquel agua, que casi me abalancé sobre ella para probar el placentero sabor que parecía desprender, pues sólo con verla y escuchar su murmullo, una ola de sed inundó mi paladar. Después de dar unos cuantos tragos largos y de sopesar cuánto tiempo llevaba sin beber agua... cogí con las dos manos todo el líquido que pude y me lo eché a la cara, sintiendo cómo me golpeaba el frío en la piel. De repente, noté como mi corazón se aceleró. Cosa que hacía mucho no sucedía, porque tanto mi corazón como mi mirada, estuvieron mucho tiempo impasibles.
Me quedé un rato mirando como las gotas caían, recorriendo mi rostro, sobre la corriente constante del río... Entonces, cuando se detuvieron las hondas que agitaban el agua aún más volviéndola turbia y el agua se volvió clara otra vez, pude verme reflejada en ella. Volví a verme por primera vez en mucho tiempo. Y lo que vi fue...

CONTINUARÁ.


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