Cuando pasa. Y pasa. Y al final no has hecho nada bien. Decisiones y más decisiones...
Anoche tuve un sueño, aunque parecía una pesadilla. Miles de imágenes subrealistas aparecían y desaparecían como espectros parpadeantes. Primero estaba disfrutando con ese anómalo vídeo que se iba proyectando a una velocidad inóspita en mis neuronas. Poco a poco, me empezó a invadir la angustia, encogí mis hombros y mis ojos, ensombrecidos, quisieron cerrarse para no ver más imágenes, pero nada se detenía. Cosas inverosímiles, deformes, insólitas... incluso monstruosas, se amontonaban en algún rincón de mi subconsciente y me creía desfallecer.
Al final desperté del sueño. Volví a la oscura realidad de mi habitación, todo estaba quieto, en orden. Yo respiraba con algo de ansiedad. Al final la fracción de eyección de mi corazón disminuyó al cabo de unos minutos y ya no lo sentía en mi pecho. Miré a mi alrededor de nuevo y cerré los ojos, imaginando lo inaudito de aquella experiencia irreal. Después, tiritando de frío llegué a la ducha, y allí, mientras el agua casi hirviendo caía sobre mis ojos y mi pelo, pensé que: el día que siempre tenga las extremidades hipoxigenadas de manera continua, el día que no pueda subir unas escaleras y ni siquiera pueda correr unos pocos metros, el día que no pueda dormir nunca más, el día que no pueda ponerme el reloj de muñeca que tanto me gusta, el día que me cueste hasta respirar, el día que no pueda más... Ese día, estaré satisfecha porque lo habré conseguido.
Frágil |