Estos días he tenido la desgracia de saborear dos curiosos contradictorios sentimientos. Uno de ellos era increíblemente arrollador, no podía dejar de imaginar, de pensar, recreándomelo, cerrando bien los ojos y a la vez contemplarlo. Esa imagen de la apófisis acromial de su espátula. Parecía no tener fuerzas ni para apartarse el pelo... Me entraron ganas de llorar, porque yo lo quería ver en mi. Después se quedaba sin palabras con la mirada en algún punto del paisaje. Yo quería saber qué estaba pensando, si estaba pensando lo mismo que yo. Luego, volvía a la realidad. Entonces aparecía el otro sentimiento, tan resuelto, alegre y despreocupado, que me vacíaba la mente de cavilaciones. Pero cómo pesa el vacío...
Ahora me voy a acurrucar en la memoria, reviviré recuerdos llenos de angustia y anhelo. Esos que tanto deseo, porque sé que me llevarán a una felicidad enmascarada y ficticia. Pero, felicidad, al fin y al cabo.
En unos meses no me reconocerás, pero no te asustes. Sólo voy a perder(me) un poco...
Me ahogo en mi |
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