Cada noche la luna tinta de luz a las estrellas y desde La Nube, el pico más alto de Cárcola, pueden verse los destellos fugaces de las tablas volando a toda velocidad a través del manto oscuro de la noche. Parecen luciérnagas vagando hábilmente, centelleando y mostrando a los admiradores un maravilloso espectáculo luminoso. Aquí no hay invierno ni verano. Un día puede que nieve y al siguiente hacer un sol espléndido. El tiempo no se mide en relojes ni en calendarios, aquí todo se sabe por el viento y las olas. El mar es inmenso y, algunas islas, flotan suspendidas en el aire sobre él. Otras se acurrucan en su interior, sumidas en una fría oscuridad submarina y las demás como Cárcola se encuentran en su superficie. Las caracolas son el tesoro más preciado en este planeta, es difícil encontrarlas pero tampoco imposible. El mar está repleto de ellas y de vez en cuando las olas arrastran unas tantas a la orilla en las islas de la superficie. Cada vez que eso ocurre para los que viven en la Tierra es como si hubiera pasado un año más o menos. Estoy feliz aquí.
Ese atisbo de felicidad que siento en Cárcola parece inescrutable. No quiero marcharme de aquí, pese a las adversidades que me han dificultado el viaje.
Es fácil: por las noches toco la guitarra en un bar llamado Guardamar, cerca de la costa; así conseguía una propina diaria, no mucho pero lo suficiente como para subsistir al día siguiente. Por las mañanas madrugo y compro algo para desayunar y doy vueltas por la gran playa que abría paso a un océano inmenso. La arena es suave y fina, entonces me siento y practico un poco con la guitarra para la actuación de la noche. A medio día, los del Zócalo me invitan a comer y me siento una más del grupo. No paran de proponerme la idea de ir a surfear el cielo y coger unas olas buenas. El caso es que aún no les he contado que, bueno, que no he surfeado las olas todavía. Sólo sé lo que he visto en las revistas de Skysurfing. Eso ya es un comienzo teórico, pero dudo de si servirá para algo a la hora de la verdad.
Siempre rechazo su oferta pero acaricio la idea de probar yo sola un par de veces antes para no hacer el ridículo...
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